Cuando estos niños crecen pueden manifestar problemas socioemocionales persistentes y dificultades para establecer relaciones saludables con los demás, incluidas sus madres, afirmaron los autores a través de un artículo publicado en la revista médica estadounidense JAMA Network Open.
Detectaron alteraciones en la profundidad de los surcos y el volumen del hipocampo izquierdo mientras estaban en el útero, lo cual podría explicar las anomalías del neurodesarrollo observadas después del nacimiento.
«Al identificar a las embarazadas con niveles elevados de angustia psicológica, los médicos podrían reconocer a los bebés que corren el riesgo de sufrir un deterioro más adelante y beneficiarse de intervenciones tempranas y específicas», expresó la autora principal, Catherine Limperopoulos.
Analizar este fenómeno del cerebro fetal en el útero plantea desafíos debido a los movimientos fetales y maternos, la tecnología de imágenes, los problemas de relación señal-ruido y los cambios en el crecimiento del órgano, reconoció la directora del Instituto del Cerebro en Desarrollo en el Hospital Pediátrico Nacional.
Los implicados expusieron la necesidad de investigaciones futuras con un tamaño de muestra más grande que incluya regiones y poblaciones adicionales, al monitorear solo un grupo de 97 mujeres embarazadas y sus niños pequeños.
No obstante, destacaron que aportan luz sobre un vínculo importante entre el desarrollo cerebral fetal alterado en el útero y las consecuencias del desarrollo cognitivo a largo plazo para los fetos expuestos a altos niveles de estrés tóxico durante la gestación.
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