Según la indagación del grupo de expertos ingleses y japoneses, las olas iniciales del tsunami suelen tener unos pocos centímetros de altura, pero causan una perturbación en la atmósfera superior de la Tierra al empujar el aire hacia arriba y crear una onda acústica amplificada a medida que sube.
Ello da lugar a un cambio en la ionosfera, a 300 km sobre la superficie de nuestro planeta, en el cual se reduce la densidad de electrones de la zona, explicaron.
A su vez, afecta las señales de radio enviadas por los satélites GPS a los receptores en Tierra, retrasando o acelerando diferentes partes de la señal, o cambiando la dirección de la señal, según la frecuencia.
Basados en esas evidencias, los investigadores desarrollaron una nueva forma de detectar esta caída en la densidad de electrones de las señales de GPS alteradas.
Así comprobaron que al observar los datos del GPS en el momento del devastador terremoto y tsunami de Tohoku-Oki de 2011, se podría haber emitido una advertencia de tsunami con confianza dentro de los 15 minutos posteriores a la ocurrencia del fenómeno, es decir, al menos 10 minutos antes del primer tsunami llegando a la costa este de la nación nipona.
También descubrieron que se podría haber emitido una advertencia utilizando datos de solo el cinco por ciento de los mil 200 receptores de ese tipo en Japón. Es decir que el método será útil en países con una red GPS más escasa que la de ese territorio.
Los expertos utilizaron técnicas estadísticas para reconstruir la depresión de la densidad electrónica en la atmósfera a partir de puntos dispersos proporcionados por los datos del GPS, así como para cuantificar la incertidumbre inherente al modelado.
El grupo integrado por estadísticos y científicos espaciales demostró que la onda acústica causada por el aumento inicial del agua tardó unos siete minutos en alcanzar los 300 km de altura en la ionosfera y la depresión en la densidad de electrones que se produce como consecuencia podría detectarse a través de señales de satélite en un cuarto de hora aproximadamente.
Aclararon que las olas de los tsunamis son bajas en aguas profundas, pero pueden viajar a la velocidad de un chorro (hasta 800 km por hora en aguas profundas) y mientras ingresan en aguas menos profundas, disminuyen la velocidad y aumentan de altura.
Concluyeron que muchos sistemas de alerta de tsunami deducen las ondas de los terremotos, pero el nuevo método podría usarse para predecir los tsunamis entrantes con fuentes distintas a los terremotos, como deslizamientos de tierra y erupciones volcánicas.
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