Gracias a una decisión de la agencia de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el 5 de mayo el mundo celebra el Día del Patrimonio Africano con el objetivo de respaldar el valioso aporte cultural y natural del vasto territorio, el cual, se cree, es la cuna de la Humanidad.
Proclamada por la 38 sesión de la Conferencia General de la Unesco en noviembre de 2015, la fecha constituye una oportunidad para que los ciudadanos de la Tierra, y en particular de África, exalten esa heredad, frente a las diversas amenazas, como el cambio climático, la caza furtiva, los disturbios civiles y la inestabilidad entre las diversas etnias.
Ante los ojos de similar escenario, muchas de las maravillas de África corren el riesgo de perder su único valor universal, por lo que urge protegerlo y preservarlo para el disfrute de las generaciones futuras.
Como un diamante en bruto, el continente africano ha sufrido los horrores del genocidio, de la pobreza extrema, de la esclavitud, de la sequía y hasta de la hambruna.
Históricamente sacudido por crisis humanitarias y otros conflictos, esta región ubicada entre los océanos Atlántico e Índico disfruta de una riqueza patrimonial y sus bienes componen solo alrededor del 12 por ciento de los sitios inscritos en el planeta.
Poco representada en la Lista del Patrimonio Mundial y con un porcentaje desproporcional -el 39 por ciento-, comparado con la cifra de áreas incluidas en el registro de la Unesco, África se encuentra, además, clasificada en peligro, con respecto a ese fértil caudal de la naturaleza.
Es por ello que la oficina de la ONU se comprometió a encabezar los esfuerzos internacionales para aprovechar el infinito potencial africano en la reducción de la pobreza y el emprendimiento de un desarrollo sostenible.
A través de este día internacional, el organismo pretende aumentar la conciencia mundial, con especial atención en los jóvenes, en el cuidado de la vida salvaje y en otras temáticas que puedan poner en riesgo su historia.
Donde moran los más enormes y salvajes animales del planeta, como el león, el elefante, el rinoceronte y el búfalo, también coexisten emblemáticas zonas, declaradas Patrimonio de la Humanidad, y es el caso de las cataratas Victoria, la mayor cascada de agua del mundo.
Ubicada entre Zambia y Zimbabwe, con un impresionante sonido semejante a un trueno, esta caída de agua deriva en un verdadero espectáculo visual.
El bosque tropical de Atsinanana, en Madagascar, también sobresale por su variado ecosistema de fulgurante verdor, cohabitando fauna y flora muy exóticas, razones todas para salvar este patrimonio como una valiosa gema.
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