El Gobierno abandonará los proyectos de ley controvertidos mientras lucha por sobrevivir, pero los choques internos y las maniobras de Netanyahu podrían derribarlo, alertó el periódico The Times of Israel.
Tras perder la mayoría legislativa el 6 de abril último, la coalición encabezada por Naftali Bennett atraviesa su peor momento desde que llegó al poder en junio de 2021.
Bennett esperaba centrarse en temas de consenso para satisfacer a sus diversos socios, pero se ha demostrado que esto no es sostenible porque “cualquier promesa a un lado requiere una garantía similar al otro”, subrayó el diario The Jerusalem Post.
Las ramificaciones del estancamiento político son especialmente graves dada la naturaleza de los temas de la agenda, que incluyen los asuntos palestinos, las relaciones con Estados Unidos e Israel, el acuerdo nuclear con Irán y varios proyectos internos como el precio de la vivienda, la creciente brecha socioeconómica, y la tensión religioso-laica, aseveró la publicación.
El gabinete está en la cuerda floja tras la reciente decisión de la diputada Idit Silman de sumar su voto a la oposición, dirigida por el partido Likud, de Netanyahu.
La crisis se acentuó luego del anuncio del partido árabe Raam de congelar su participación en el Ejecutivo en rechazo a la reciente ofensiva israelí contra la jerosolimitana Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar más sagrado para los musulmanes.
Los cuatro curules de Raam son clave para mantener en el poder a la variopinta alianza gubernamental.
La situación podría empeorar si la ministra del Interior, Ayelet Shaked, y los diputados Nir Orbach y Abir Kara (los tres miembros de la agrupación ultraderechista encabezada por Bennett) crean su propia facción, como especulan diversos medios de prensa.
Ante la situación, el Likud y sus socios de derecha acordaron la víspera durante una reunión intensificar “la lucha decidida y unificada” para derrocar al Ejecutivo.
Aunque la derecha nacionalista y religiosa tiene clara mayoría en la Knesset, varios partidos de ese corte ideológico se niegan a unir fuerzas bajo el liderazgo de Netanyahu, quien enfrenta a la justicia por tres casos de corrupción.
La prensa nacional tiene los ojos puestos en la Lista Conjunta, una alianza de pequeños partidos de izquierda y árabes que tiene seis asientos en el legislativo.
Esa formación es crítica de la coalición en el poder, pero su dirigente Ayman Odeh, dejó entrever en varias ocasiones que podría respaldarla en votaciones clave para evitar el regreso de Netanyahu al poder.
Días atrás, el diario Israel Hayom reveló que Bennett, el canciller Yair Lapid y el ministro de Defensa Beny Gantz cancelaron sus viajes al exterior por la crisis del Gobierno.
La publicación precisó que los tres políticos se quedarán en casa en un futuro previsible para intentar mantener unidos a los ocho partidos que comparten el poder.
La variopinta coalición está integrada por agrupaciones de ultraderecha, centro, islamista, izquierda, todas unidas en su rechazo a la vuelta al poder de Netanyahu, quien dirigió el país durante 15 años, 12 de ellos de forma ininterrumpida.
Esas profundas diferencias ideológicas provocan constantes roces en numerosos temas que van desde la relación con los palestinos y la colonización judía de sus tierras hasta asuntos religiosos y de presupuestos.
jf/rob