La prensa nacional publicó una carta de Zoabi, miembro del partido pacifista Meretz, a Bennett en la cual anuncia su postura y le recrimina sus políticas derechistas.
“Entré en política porque me vi como una emisaria de la sociedad árabe, a la que represento, pero desafortunadamente, en los últimos meses, por razones estrechas, los jefes de la coalición prefirieron (…) dar pasos hacia la derecha en temas clave”, apuntó.
Como ejemplo citó la expansión de las colonias judías en tierras palestinas, los asaltos a la Mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén oriental, y las confiscaciones de tierra de los beduinos en el sureño desierto del Neguev.
Pero cuando se trataba de las necesidades de la sociedad y las comunidades árabes, vivienda, empleo y educación, eran indiferentes, cuestionó.
La población árabe en Israel suma 1,9 millones de miembros de un total de 9,5 millones. Ellos son los descendientes de los palestinos que no fueron expulsados de sus tierras tras la creación del Estado judío, en 1948, y desde entonces denuncian que son tratados como ciudadanos de segunda.
Tras perder la mayoría legislativa el 6 de abril último, la coalición encabezada por Bennett atraviesa su peor momento desde que llegó al poder en junio de 2021.
El gabinete está en la cuerda floja desde la reciente decisión de la diputada Idit Silman de sumar su voto a la oposición, dirigida por el partido Likud, del ex primer ministro Benjamin Netanyahu.
Ahora la oposición tiene 61 escaños de un total de 120, lo cual podría obligar a convocar a nuevas elecciones, las quintas en tres años.
Sin embargo, el bloque de Netanyahu cuenta con solo 54 curules, pues al voto de Zoabi se suman los seis de la Lista Conjunta, una alianza de pequeños partidos árabes y de izquierda que se niega a sumarse a uno u otro lado.
Todas las encuestas coinciden en que ni la alianza ni la oposición de derecha lograrían la mayoría de realizarse nuevos comicios.
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