Con solo nueve años de edad, Martí vivió en la zona de Caimito del Hanábana, actual municipio de Calimete, ubicado al sur del territorio matancero.
José Julián acompañó en 1862 a su padre, don Mariano, nombrado capitán Pedáneo, máximo jefe de esa capitanía de tercera clase, a 160 kilómetros al sureste de La Habana.
Durante su estancia, el infante conoció costumbres campesinas además de ejercer la misión que lo alejó de la capital: escribir documentos oficiales inherentes al cargo del progenitor.
Pero además del campestre ambiente, Martí (1853-1895) obtuvo otra dolorosa enseñanza que lo marcaría para el resto de su corta pero fructífera vida.
En la demarcación matancera, poco poblada por aquellos tiempos, tuvo experiencias sobre la esclavitud, el tráfico clandestino de esclavos, y los desmanes y abusos contra esas personas.
Esos contactos, aseguran expertos en la vida y obra martiana, grabaron su producción intelectual y revolucionaria, la cual devino en claro matiz antiesclavista.
El niño permaneció en el área de Caimito del Hanábana entre abril y diciembre de 1862, tiempo suficiente para odiar el oprobioso régimen colonial.
En textos posteriores señaló: “¿Quién que ha visto azotar a un negro no se considera por siempre su redentor?. Yo lo ví … y todavía no se me ha apagado en las mejillas la vergüenza”.
Martí, excelsa figura cubana y continental, cayó en combate contra la ocupación española en la localidad oriental de Dos Ríos el 19 de mayo de 1895.
mv/wap