No significa que todos hayan dicho que no asistirán a la reunión en la que se observa que primarán intereses de política interna y exterior del convocante sobre el resto del hemisferio, sino que no comparten sus objetivos ni contenidos, en particular las exclusiones de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
El diario recuerda que algunos han dicho con claridad que no asistirán si no se incluyen a todos los países de la región, y el marcador es totalmente contrario al aferrado Joe Biden.
Agrega que si mantiene su política excluyente, no asistiría el presidente López Obrador; tampoco el mandatario boliviano Luis Arce Catacora, el guatemalteco Alejandro Giammattei ni varios de la Comunidad del Caribe integrada por 15 naciones.
Aunque por razones diferentes, tampoco asistirá el brasileño Jair Bolsonaro, el argentino Alberto Fernández y el chileno Gabriel Boric ponen peros aunque al parecer asistirían, aclara La Jornada, lo mismo que la hondureña Xiomara Castro.
Mientras Biden hace guiños a Cuba y Venezuela como parte de su maniobra para neutralizar oponentes a la cumbre, en síntesis 25 naciones de 35 cuestionan el proceder gringo, pero Biden no suelta el garrote, denuncia La Jornada.
En menos de tres semanas, recuerda, iniciarían los trabajos, pero mantiene en el aire su respuesta –aunque es previsible cuál será– sobre la participación de todos los que forman parte del continente, luego del rechazo a la política excluyente.
La Jornada reitera que desde que López Obrador denunció la intención de Biden de ser selectivo en la multicitada cumbre, van y vienen llamadas telefónicas de alto nivel, videoconferencias, enviados de un lado y otro, intercambio de mensajes y mucho más, pero sin un pronunciamiento oficial.
Entre lo más reciente aparece un exsenador, Christopher J. Dodd, quien oficialmente opera como asesor de la Casa Blanca para la novena Cumbre de las Américas.
Este personaje se entrevistó (virtualmente) con el presidente López Obrador para abordar el tema de las invitaciones. Pero el norteamericano no se quitó las anteojeras –como las que ponen a los caballos– y a todo dijo que no. He ahí de qué tamaño es “nuestro compromiso con un proceso inclusivo”.
Pero el mandatario mexicano no se amilanó: “no es nada fácil, son cuestiones muy complejas, porque son cambios de políticas viejas que datan de más de dos siglos y que se alentaron con la guerra fría; tenemos que relacionarnos de manera distinta en América y en el mundo, y hacer a un lado la confrontación y la guerra, concluye La Jornada.
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