No tenemos ninguna intención de rendirnos o darnos por vencidos, escribió en Twitter el canciller, Yair Lapid, quien según el pacto de la alianza debe asumir como primer ministro el próximo año.
No vamos a darle a Bibi o a Ben Gvir la oportunidad de destruir al país, afirmó en alusión al exjefe de Gobierno Benjamin Netanyahu y al parlamentario ultraderechista Itamar Ben Gvir.
Lapid anunció que mantuvo una “conversación positiva” con la legisladora Ghaida Rinawie Zoabi, quien abandonó ayer la coalición tras criticar al primer ministro Naftali Bennett por su falta de respaldo a la minoría árabe.
Aunque este viernes Zoabi aseguró que “no hay vuelta atrás” adelantó que podría respaldar al Gobierno “desde afuera” en las votaciones en la Knesset (parlamento).
La prensa nacional publicó una carta de Zoabi, miembro del partido pacifista Meretz, a Bennett en la cual anuncia su postura y le recrimina sus políticas derechistas.
“Entré en política porque me vi como una emisaria de la sociedad árabe, a la que represento, pero desafortunadamente, en los últimos meses, por razones estrechas, los jefes de la coalición prefirieron (…) dar pasos hacia la derecha en temas clave”, apuntó.
Como ejemplo citó la expansión de las colonias judías en tierras palestinas, los asaltos a la Mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén oriental, y las confiscaciones de tierra de los beduinos en el sureño desierto del Neguev.
Pero cuando se trataba de las necesidades de la sociedad y las comunidades árabes, vivienda, empleo y educación, eran indiferentes, cuestionó.
La población árabe en Israel suma 1,9 millones de miembros de un total de 9,5 millones. Ellos son los descendientes de los palestinos que no fueron expulsados de sus tierras tras la creación del Estado judío, en 1948, y desde entonces denuncian que son tratados como ciudadanos de segunda.
Tras perder la mayoría legislativa el 6 de abril último, la coalición encabezada por Bennett atraviesa su peor momento desde que llegó al poder en junio de 2021.
El gabinete está en la cuerda floja desde la reciente decisión de la diputada Idit Silman de sumar su voto a la oposición, dirigida por el partido Likud, de Netanyahu.
Ahora la oposición tiene 61 escaños de un total de 120, lo cual podría obligar a convocar a nuevas elecciones, las quintas en tres años.
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