La llamada Marcha de las Banderas es una mecha de pólvora puede provocar un nuevo estallido en el área, subrayó Adnan Al-Husseini, jefe del Departamento de Jerusalén de la OLP.
El gobierno de ese país intenta exportar su crisis interna al permitir que los colonos pasen por las calles de la Ciudad Vieja de la Jerusalén ocupada, denunció en alusión a los problemas del primer ministro Naftali Bennett, cuya alianza en el poder quedó en minoría parlamentaria días atrás.
Al-Husseini condenó las continuas violaciones, así como los llamados de la derecha israelí a asaltar la Mezquita de Al-Aqsa, tercer lugar más sagrado para los musulmanes.
Responsabilizamos directamente a Bennett por “sus decisiones extremistas y sus actividades coloniales en Jerusalén”, afirmó.
Asimismo, criticó el doble rasero de la comunidad internacional y llamó a imponer sanciones contra Tel Aviv.
La pasada semana el Ministerio de Relaciones Exteriores palestino criticó la proyectada marcha al considerar que forma parte de la estrategia para intentar judaizar esa zona de la ciudad.
La mediática manifestación y las campañas de incitación que la acompañan son parte integral de los proyectos y planes de la ocupación, denunció en un comunicado la cancillería.
El legislador árabe-israelí Ayman Odeh también cuestionó el recorrido al estimar que es solo una excusa de la extrema derecha para incendiar el área y causar disturbios en las calles.
La Marcha de las Banderas es una celebración nacionalista de incitación y quema, la marcha de miles de activistas de derecha instigados en las calles de Jerusalén Este es un dedo en el ojo para todo el pueblo palestino, estimó a también diputada Aida Touma-Sliman.
El ejército israelí ocupó la zona oriental de la metrópoli en 1967, y desde entonces mantiene bajo su control el territorio pese a las resoluciones del Consejo de Seguridad.
De hecho, en 1980 las autoridades del país declararon a toda la urbe como la capital eterna e indivisible, una postura rechazada por la comunidad internacional.
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