El diario recopiló testimonios de afganos, sudaneses y activistas japoneses quienes subrayan el fuerte matiz político en torno al asilo de los ciudadanos procedentes del país europeo.
En tal sentido, consideraron que las decisiones de Tokio “bajo la apariencia de apoyo humanitario” responden a la cercanía de las elecciones para la Cámara Alta del Parlamento, prejuicios raciales o una forma de “aclarar su postura” en relación con Rusia, la Organización del Tratado del Atlántico Norte y Estados Unidos, menciona el texto.
“Si bien la atención internacional se centra actualmente en Ucrania, los conflictos (…) ocurren en todo el mundo”, recalca el rotativo.
El artículo precisa que mientras muchas personas recurren a batallas legales para obtener el estatus de refugiado en Japón, y en el proceso sobreviven con el apoyo de voluntarios o trabajos ilegales, el gobierno proporciona a los ucranianos alojamiento, comida, un estipendio de 160 mil yenes al mes (mil 240 dólares), seguro médico y clases de idioma.
Asimismo, trajo a algunos desplazados desde Polonia en un avión gubernamental y fleta asientos en vuelos comerciales con el mismo propósito.
De acuerdo con los reclamos publicados en el Asahi Shimbun estos no van en contra de los recién llegados europeos, sino del marcado contraste que priva a otros extranjeros vulnerables del insólito apoyo de empresas privadas, grupos cívicos e instancias gubernamentales niponas.
Desde finales de febrero pasado hasta la fecha Japón recibió alrededor de mil evacuados ucranianos.
Sin embargo, antes del inicio de la operación especial de Rusia ese mismo mes el país asiático aceptaba pocos refugiados.
Datos oficiales confirman que el gobierno nipón solo permitió la entrada de 47 personas bajo ese estatus en 2020 y 74 en 2021, entre miles de solicitudes.
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