Televisoras regionales mostraron imágenes de choques en las callejuelas de esa zona de la urbe, ocupada por Israel desde la guerra de 1967.
En los últimos días la Autoridad Nacional Palestina advirtió sobre las consecuencias de la llamada Marcha de las Banderas, impulsada por la derecha israelí, y aprobada cada año por el Gobierno de turno.
El recorrido atravesó en esta ocasión el Barrio Musulmán de la Ciudad Vieja y la Puerta de Damasco, un hecho que los árabes consideran una clara provocación.
En una de las peleas, se vio a un israelí usando gas pimienta contra una palestina.
“Me vengaré por mis dos ojos contra Palestina, malditos sean”, cantó un grupo de adolescentes judíos en la Ciudad Vieja, en una modificación de un verso bíblico entonado por Sansón sobre los filisteos.
En un incidente separado, se vio a jóvenes israelíes mientras rompían una bandera palestina frente a la Puerta de Damasco, donde cientos de judíos se concentraron y comenzaron a corear “muerte a los árabes, muerte a los árabes”.
“Todos los años vienen aquí y nos provocan. Pero este año es peor. Se siente como un desafío”, comentó un transeúnte palestino citado por la versión electrónica del diario The Times of Israel.
La policía israelí también atacó a numerosos palestinos, la mayoría jóvenes, que salieron a enfrentar a los marchistas.
Según reportes preliminares de la Media Luna Roja, al menos 40 personas resultaron heridas por balas de goma, golpes y los efectos de los gases lacrimógenos.
Por su parte, la televisora Al Jazeera reportó que los agentes arrestaron a un número indeterminado de palestinos, varios de ellos menores de edad.
La violencia se extendió rápidamente por la ocupada Cisjordania, donde decenas de miles de palestinos salieron a protestar y fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad de Tel Aviv.
Poco antes del inicio del desfile, el primer ministro israelí, el ultraderechista Naftali Bennett, echó más leña al fuego al volver a desafiar a la ONU y la comunidad internacional tras rechazar cualquier división de Jerusalén, cuya parte oriental es considerada la capital del futuro Estado palestino. Jerusalén seguirá siendo una ciudad unida para siempre, prometió Bennett, dirigente del partido Yamina, muy vinculado a los colonos judíos.
Esas declaraciones fueron condenadas por el vocero presidencial palestino, Nabil Abu Rudeina.
“No es posible lograr la seguridad y la estabilidad en nuestra región, mientras Israel continúe su guerra contra nuestro pueblo, su tierra y sus lugares sagrados, y mientras actúe como un Estado por encima de la ley”, advirtió.
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