Tras casi un año en el poder, Bennett llamó en una carta pública a la “mayoría silenciosa” a respaldar al Ejecutivo, integrado por ocho partidos de diversas tendencias ideológicas.
«Nos enfrentamos una vez más a una encrucijada histórica: seguir adelante con un estado que funcione o volver a degenerar en caos, odio interno, debilidad externa y esclavitud del estado a las necesidades de un hombre», afirmó Bennett en alusión a su antiguo mentor y jefe de la oposición, Benjamin Nertanyahu.
Antes de distanciarse, el ahora jefe de Gobierno se desempeñó como asesor, asistente principal y jefe de gabinete de Netanyahu, y también dirigió los ministerios de Educación y Defensa bajo su mandato.
Esta semana el diario Yedioth Ahronoth reveló que la coalición podría tener sus días contados si fructifica el diálogo entre uno de los partidos de derecha que la integran con el Likud, principal formación opositora.
Según el rotativo, el ministro de Justicia y dirigente de Nueva Esperanza, Gideon Saar, mantuvo conversaciones con la agrupación de Netanyahu, quien encabeza una unión de partidos ultranacionalistas contrarios al Ejecutivo.
Ambas formaciones defienden posturas ultraconservadoras, pero las diferencias entre los políticos las mantiene en campos diferentes.
Considerado un halcón, Saar abandonó el Likud hace dos años para fundar Nueva Esperanza debido a sus enfrentamientos con Netanyahu.
La crisis de la alianza en el poder se acentúo en mayo, cuando la legisladora Ghaida Rinawie Zoabi abandonó la misma tras criticar a Bennett por su falta de respaldo a la minoría árabe.
Tras su salida, la asociación de ocho partidos quedó con 59 curules de 120 en la Knesset (Parlamento), donde arreciaron los ataques de Netanyahu y sus aliados.
El primer golpe a la coalición ocurrió el 6 de abril último, cuando perdió la mayoría legislativa por la decisión de la diputada ultraderechista Idit Silman de sumar su voto a la oposición.
La alianza está integrada por agrupaciones de ultraderecha, centro, islamista, izquierda, todas unidas en su rechazo a la vuelta al poder de Netanyahu, quien dirigió el país durante 15 años, 12 de ellos de forma ininterrumpida.
Esas profundas diferencias ideológicas provocan constantes roces en numerosos temas que van desde la relación con los palestinos y la colonización judía de sus tierras hasta asuntos religiosos y de presupuestos.
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