Instituciones culturales y medios de prensa evocan el legado cultural del prestigioso intelectual, cuya obra es reconocida dentro y fuera del país, también su importancia como símbolo de la resistencia cultural a Rafael Leónidas Trujillo, quien gobernó de manera dictatorial durante tres décadas, hasta su asesinato en 1961.
El poeta, hijo de cubano y puertorriqueña, estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), institución donde además ejerció la docencia hasta que debió partir al exilio por sus diferencias con la dictadura.
Fuera de su país pasó por México, Guatemala, pero es Cuba el destino más importante de esa etapa de su vida, donde creó familia y parte significativa de su obra literaria.
Fue en la mayor de las Antillas donde Mir escribió y publicó Hay un país en el mundo, Poema gris en varias ocasiones, y Contracanto a Walt Whitman, títulos considerados trascendentales para la poesía latinoamericana y caribeña contemporánea.
Regresó a Dominicana tras la muerte de Trujillo y debió abandonar otra vez el país cuando fue derrocado por los militares el gobierno progresista de Juan Bosch en 1963. Cinco años más tarde vuelve a su patria, y dedicó el resto de su vida a la creación poética, también a la narrativa, el ensayo, el periodismo, y la docencia en su alma mater la UASD.
Recuerda Listín Diario en su edición de hoy que Mir recibió los premios Nacional de Historia, en 1974; Anual de Poesía, en 1975 y Nacional de Literatura, en 1993.
Sin embargo, el más importante reconocimiento le llegó en 1984, cuando el Congreso Nacional (parlamento bicameral) lo declaró Poeta Nacional de República Dominicana.
También recuerdan el legado del notable intelectual los rotativos Hoy y El Día, que coinciden en destacarlo como un dominicano de talla universal.
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