Entre esos choques destacan la crisis financiera internacional de 2008-2009, las tensiones económicas de los Estados Unidos con Europa y China -a partir de 2017-, la pandemia de la Covid-19 -en 2020-, y dos años después el conflicto en Ucrania, explica un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
De acuerdo con el texto Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis?, a esos problemas se suma una combinación de dificultades anteriores como la fuerte desaceleración económica, aumentos de la inflación y una lenta e incompleta recuperación de los mercados laborales.
Un panorama en el cual aumentarán los niveles de pobreza y pobreza extrema, y en el último indicador se prevé un incremento en 7,8 millones de personas hasta alcanzar a unos 86,4 millones de individuos.
Para ellos, la seguridad alimentaria ya estaba en riesgo desde hacía tiempo aunque con un impacto diferente por países y algunas de las naciones que experimentarán mayores retrocesos serán Colombia, México, Paraguay y Brasil, acota el texto.
Sin embargo, de acuerdo con las previsiones de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) Colombia será el país con mayor crecimiento en América Latina con un alza estimada del producto interno bruto de 6,1 por ciento.
Lo cierto es que la región muestra una tendencia al alza en la subalimentación. Por ejemplo, en 2020 en medio de la pandemia de la Covid-19 se apreció una prevalencia que alcanzó un máximo del 9,1 por ciento, nivel no visto desde 2005, argumenta la Cepal.
En la comparación con 2019, acota el organismo, ya desde 2020 otros 14 millones de personas fueron afectadas por el hambre, sin embargo, para el Caribe la situación es peor y los coloca frente a una posición particularmente vulnerable pues un 16,1 por ciento de sus habitantes padecieron desnutrición hace dos años.
Se trata de un reflejo de la crisis sanitaria global y sus afectaciones en diferentes áreas económicas y sociales, precisa la Cepal.
En 2021, ya la inflación era un problema mundial y aumentaron los precios de los alimentos y desde aquel entonces se mantienen con tendencia al alza, en parte debido a problemas en las cadenas de suministro.
Ahora el costo es mayor debido al conflicto bélico en Europa, pues Ucrania y Rusia son importantes productores y exportadores.
En 2020 ambos países originaron el 28 por ciento de las exportaciones mundiales de trigo, el 15 por ciento de maíz y alrededor del 60 por ciento de aceite de girasol, según la Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
De acuerdo con un informe de ese organismo en 2022, un tercio de los cultivos y tierras agrícolas no podrán cosecharse o cultivarse este año en Ucrania lo que representa unas 26,4 millones de toneladas de trigo, maíz y cebada que podrían desaparecer de los mercados.
En cifras significa que podría ocurrir una reducción de las exportaciones agrícolas entre 19 millones y 34 millones de toneladas este año, mientras en 2023, entre 10 millones y 43 millones de toneladas, ello representa la ingesta calórica de 60 millones a 150 millones de personas.
Destaca la Cepal que el mundo afronta la tercera ola de altos precios de los alimentos en menos de dos décadas, la primera originada por una crisis geopolítica y no financiera.
Como paradoja la región es un exportador neto de alimentos y aunque contribuye a la seguridad alimentaria del orbe el comercio intrarregional de ese sector es bajo en proporción con las exportaciones totales, una contradicción con la tendencia global aumentar los intercambios regionales.
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