Estamos aquí porque esta es nuestra patria. Tú y las personas que piensan igual pueden seguir obsesionados con sus frustraciones, porque no nos iremos, respondió en Twitter el diputado Walid Taha.
“La manzana kahanista no cayó lejos del árbol. Este Gobierno todavía habla de una asociación árabe-judía”, escribió en esa red social la parlamentaria Aida Touma-Sliman en alusión al apellido del político, similar al del rabino de extrema derecha Maher Kahane, quien durante su vida abogó por la expulsión de los árabes.
Hay un botón que lo sacará del Ejecutivo y de la Knesset (Parlamento). Lo presionaré pronto, expresó también en Twitter el legislador Ahmad Tibi.
De esa forma Tibi hizo referencia a la difícil situación que atraviesa la alianza gubernamental en el poder, que está a punto de fracturarse por los ataques de la oposición y sus problemas internos.
Kahane se equivocó, se limitó a expresar Ayman Odeh, dirigente de una coalición de partidos árabes y de izquierda.
“Si tuviera un botón que pudiera presionar para enviar a todos los árabes de aquí en un tren expreso a Suiza, donde podrían vivir vidas maravillosas, les desearía todo lo mejor en Suiza y presionaría el botón”, apuntó Kahana, quien pertenece al mismo partido que el primer ministro Naftali Bennett.
Las declaraciones del viceministro se produjeron durante un discurso en una escuela religiosa para colonos judíos ubicada en el asentamiento de Efret, en la ocupada Cisjordania.
Asimismo, estimó que no hay posibilidades de un diálogo entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina, una tesis repetida por los sectores ultranacionalistas de esta nación.
Los descendientes de los palestinos que no fueron expulsados de sus tierras tras la creación del Estado judío, en 1948, denuncian desde entonces que son tratados como ciudadanos de segunda.
En la actualidad suman 1,9 millones de personas, que suponen 21 por ciento del total de la población de este país.
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