Por David Carrasco, fundador de la corresponsalía de Prensa Latina en Panamá y actual director del diario Bayano Digital
Esa operación militar, arbitraria e intimidatoria, abrió la posibilidad de convertir a la vía interoceánica en escenario de un holocausto, al negarse los tripulantes a que la nave fuese abordada por un país que no fuese Panamá, el legítimo soberano de esas tierras y aguas conculcadas.
La noticia sobre ese incidente fue divulgada con prioridad por Prensa Latina y remitida con campañillas de advertencia a través de los teletipos de la agencia informativa.
El corresponsal jefe de Prensa Latina en Panamá era el periodista y poeta guatemalteco Arqueles Morales, quien propuso darle la máxima prioridad al tema, no sólo para informar al mundo sobre ese suceso inédito, sino para tratar de salvaguardar la vida de los marineros cubanos cuyo destino era incierto.
Una seria limitación para acceder a la información en el área de los hechos, era la imposibilidad de llegar al sector con vistas a entrevistar a los tripulantes.
Entonces, la denominada Zona del Canal, territorio segregado de mil 432 kilómetros cuadrados, estaba regida por el riguroso sistema de leyes del estado de Luisiana, mientras que el Canal era un complejo administrado con criterios militares estratégicos.
Ese régimen colonial con vicios del sistema del Apartheid, impuesto por Estados Unidos a Panamá, obligó a tener que movernos Arqueles y yo para recopilar información sensitiva.
El reto medular era vencer el cerco mediático y ayudar a salvar las vidas de los cubanos atrapados en el barco, así como prevenir a través de la acción informativa que el canal se convirtiese en una zanja sanguinolenta.
El general Omar Torrijos y el canciller panameño Juan Antonio Tack desempeñaron un importante papel en la solución del conflicto, que tuvo repercusiones en Naciones Unidas.
Ambos habían sido los artífices directos de la reunión del Consejo de Seguridad de ese organismo mundial, convocada en marzo en Panamá, con el mayoritario respaldo a las aspiraciones soberanas panameñas.
TESTIGOS DE HECHOS DE IMPACTO
La corresponsalía de Prensa Latina contribuyó a privilegiar la situación del barco apresado sin justificación alguna.
A su vez, representantes del sector naviero cuestionaron el precedente funesto de bloquear el libre tránsito en esa ruta marítima, abierta a la navegación mundial en 1914, y convertir el Canal en un centro para dirimir disputas internacionales al margen del derecho universal.
Luego de fuertes tensiones, las propelas del Imías fueron accionadas por orden del capitán a bordo de la embarcación y se concretó su regresó a Cuba el 16 de noviembre de ese año.
En el puerto habanero, los marineros fueron abrazados y recibidos con vítores por sus familiares, quienes interpretaron ese desenlace como una victoria de la humanidad sobre los intereses contrarios a la paz.
Saber que fuimos testigos de un hecho de impacto que culminó en la liberación de la nave retenida, generó un sentimiento de satisfacción en el ámbito informativo.
Pocas semanas antes, en septiembre, habíamos asistido al aeropuerto internacional de Tocumen para recibir a centenares de chilenos a los que el gobierno de Torrijos abrió sus puertas tras el golpe de Estado en Chile.
“Bienvenidos a Panamá. Somos periodistas de Prensa Latina. Están a salvo”. Con esas palabras de aliento nos dirigimos a los exiliados, a quienes entrevistamos e instamos a recuperar sus vidas.
Algunos de ellos aún residen en Panamá, otros se trasladaron a Cuba, Suecia, Noruega y Australia. De alguna forma, supieron que Prensa Latina estuvo con ellos en momentos cruciales.
No está de más recordar que cuando Panamá asumió el pleno control del Canal y sus áreas ribereñas el 31 de diciembre de 1999, Prensa Latina también estuvo allí, al lado de los panameños, celebrando el acontecimiento como un triunfo latinoamericano.
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