Lumumba, primer ministo de lo que hoy es la República Democráica del Congo (RDC) fue asesinado en la ciudad de Katanga en un complot urdido por la expotencia colonial con el uso de mercenarios, la Central de Inteligencia de Estados Unidos, el separatista katangués Moïse Tshombe y el sargento del ejército colonial Joseph Mobutu.
Tras ser torturado y vejado su cuerpo fue disuelto en ácido, pero uno de sus asesinos, un policía belga, ya fallecido, conservó uno de sus molares ahora entregado por su hija al gobierno en Bruselas para restituirlo a los familiares del prócer en un proceso de redención por los desmanes del país europeo en su posesión de Ultramar.
A su llegada a Kinshasa el ataúd que contiene el despojo mortal será llevado a los cuatro confines de la RDC y después reposarán en un memorial mientras el país observa tres días de luto nacional entre el 27 y el 30 del mes en curso, cuando se cumple el 62 aniversario de la independencia.
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