«Hay relativamente pocos conocimientos del tema generados localmente que sean específicos del Sur Global», reconoció en el artículo Ana Diez, epidemióloga de la estadounidense Universidad de Drexel, coautora del nuevo estudio.
La región, en particular, no recibió mucha atención en este sentido, agregó la experta en el texto, que subrayó solamente análisis efectuados sobre Norteamérica, Europa y China.
Los participantes examinaron los datos de mortalidad en el periodo de los registros de 326 ciudades con más de 100 mil habitantes, en nueve países de América Latina.
Calcularon las temperaturas medias diarias y pronosticaron el rango de temperatura de cada urbe a partir de un conjunto de informaciones públicas sobre las condiciones atmosféricas.
Si un fallecimiento se producía en los 18 días más calurosos o en los más fríos que cada urbe experimentaba en un año típico, la relacionaron con las condiciones extremas.
Mediante un modelo estadístico, compararon el riesgo de perder la vida en días muy calurosos y fríos, y este con el de morir en aquellos templados.
Descubrieron que en las metrópolis latinoamericanas, casi el seis por ciento –cercano al millón- de todas las víctimas fatales entre esos años aparecieron en días de calor y frío extremos.
Cuando evaluaron la causa específica de estas defunciones en los registros, confirmaron que las temperaturas intensas conllevan a muertes por enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
El calor extremo –describió el texto- hace que el corazón bombee más sangre y genere deshidratación y estrés pulmonar, mientras el frío extremo, en cambio, menos bombeo, hipotensión y, en algunos casos, fallos orgánicos.
Los adultos mayores son especialmente vulnerables, con un 7,5 por ciento de fallecidos entre ellos relacionados con el calor y el frío excesivos durante el periodo de estudio, añadió.
Los investigadores previeron que el envejecimiento de la población de América Latina incremente más rápido contra otras partes del mundo: del nueve por ciento en 2020 al 19 en 2050.
Esto, combinado con la alta urbanización (más del 80 por ciento de la población latinoamericana vive en ciudades) y el empeoramiento de los efectos del cambio climático «hacen de las temperaturas extremas un riesgo realmente alarmante», aseveró Josiah Kephart, epidemiólogo medioambiental de Drexel.
Para algunas urbes, como Buenos Aires, Argentina; Río de Janeiro, Brasil; y Mérida, Venezuela, el calor es más mortal que el frío, advirtió el artículo.
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