En total, 59 artitas se hicieron presentes en la sección oficial de la cita, llegados desde África occidental, la región austral, Magreb, África central y oriental, Seychelles y 19 participantes venidos de países como Francia o Estados Unidos.
No fue casual que el circuito generado por las 14 ediciones de la Bienal, tuviera esta vez la presencia también de exponentes de la plástica cubana contemporánea como Roberto Diago Durruty, Susana Pilar y Javier Castro, entre otros.
De las varias muestras presentes, destacó la del cubano Diago, quien presentó el sugerente Ndaffa, tomando el mismo nombre de la edición 2022. Al mismo tiempo, el Museo de Arte Africano, mostró obras suyas como parte de la exposición colectiva La Habana, Forjando los Sures.
Sobresalieron además, creaciones de los cubanos Ibrahim Miranda (Diarios de una Isla II) y Alexis Esquivel (Eva, Adán y la Achatinafulica).
La cubana Susana Pilar, por su parte, presentó el performance Historias negras, devenido un manifiesto interés por reescribir la memoria de su propia ascendencia congolesa-sierraleonesa, creando origamis con los pies en mágica destreza.
Sentada, vestida de negro y con las manos atadas a la espalda, Pilar mira al suelo de manera perenne, mientras decenas de origamis –negros también-, se dispersan en un espacio de huellas convertidas en pájaros de papel.
No menos trascendente fue acceder al piso superior del otrora Palacio de Justicia para entrar en una habitación cargada de elementos caóticos donde antes había armonía y diálogo. A la vista, la intensa videoinstalación de Javier Castro titulada La danza de la ira.
El artista cubano describe cómo la violencia generada en un ambiente no necesariamente marginal, puede ensombrecer la existencia y desterrar cualquier atisbo de cordura y entendimiento.
Que la plástica de la mayor de las Antillas haya tenido una presencia en la 14 Edición de Arte Africano Contemporáneo de Dakar, no solo pone de manifiesto el prestigio adquirido desde las carreras e individualidades de cada creador, sino cómo las miradas desde la afrodescendencia cubana repercuten en el mensaje que busca eventos como este.
Recorrer Dakar más allá de las sedes de este año, y luego de un período de combate contra la Covid-19 que dilató su concreción, es comprender el virtuosismo de un quehacer líder en el continente africano, donde las realidades dialogan de manera constante, y las esencias irrumpen en los espacios más inesperados, en el nombre del arte.
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