En concreto, la mayor selva tropical del mundo reportó siete mil 533 focos de incendio durante los primeros seis meses de 2022.
Entre el 1 de enero y 24 de junio, la deforestación abarcó un área de tres mil 750 kilómetros cuadrados (km²), el peor registro semestral desde hace seis calendarios.
Además, la quema tuvo en junio una cota máxima para ese mes en 15 años y acrecentó un 17,9 por ciento en el primer semestre respecto a igual etapa de 2021, de acuerdo con mediciones realizadas por el Sistema de Detección de Deforestación en Tiempo Real (Deter).
Deter produce señales diarias de los cambios en la cubierta forestal para zonas de más de tres hectáreas (0,03 km²), tanto para las zonas totalmente deforestadas como para las que sufren procesos de degradación forestal (debido a la exploración de madera, la minería, la quema y otros).
Solo en junio se notificaron dos mil 562 focos de calor, un 11 por ciento más que los reportados en el mismo intervalo del ejercicio anterior. Es el tercer año consecutivo de alta en esos números en el bosque.
Mayo y junio marcan el inicio de la temporada de quemas y deforestación en la Amazonia, a causa del período de sequía en la selva.
En mayo el INPE detectó dos mil 287 focos de calor en el floresta, también marca histórica: la mayor cantidad para el mes desde 2004.
Datos históricos revelan que la tendencia es que la cantidad de puntos de quema en el bosque aumente en julio y agosto. Las mediciones se realizan desde 1998.
En un comunicado, el experto en políticas públicas del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF-Brasil) Raúl del Valle afirmó que con el mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro «corriendo detrás en las investigaciones, los grilleros (ocupadores ilegales de tierras), los buscadores de oro y quienes navegan en la impunidad» están «sintiendo la necesidad de correr».
Galopan apresurados, denunció, «para consolidar sus crímenes, con miedo de que un nuevo gobierno pueda acabar con esta fiesta».
Según el portal G1, afloró un documento en el cual se señala que el Ministerio de Medio Ambiente del gobierno de Bolsonaro puso en riesgo la continuidad del Fondo Amazónico, creado hace unos 14 años para financiar acciones de reducción de emisiones generadas por la degradación forestal y la tala de árboles.
La deforestación es la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero en Brasil, que contribuyen al calentamiento global, y la preservación de la floresta resulta absolutamente crucial para el mantenimiento de los procesos biológicos y climáticos que traen la lluvia a las regiones del medio oeste y el sudeste.
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