Por Maitte Marrero Canda
Corresponsal jefe de Prensa Latina en Guatemala
Los padres de este modo de denuncia inteligente y de gran creatividad fueron estudiantes que en la segunda década del siglo XX marcaron la vida de la Universidad de San Carlos (Usac), la única pública de un país agobiado por males de entonces y de ahora.
El también llamado desfile bufo surgió en 1898 durante el régimen de Manuel Estrada Cabrera, luego de que este otorgara algunas libertades de expresión. Miembros de las facultades de Medicina y de Derecho de la Usac exigían la apertura de las escuelas primarias y una mejoría en la educación.
Como no fueron escuchados, casi un mes después, el 1 de abril, se lanzaron a las calles a manifestarse con sátira para criticar al Gobierno y el Ejército, así como el silencio cómplice de la iglesia, mayoritariamente católica.
Era un viernes, justo antes de iniciar la cuaresma, y así continuó como tradición, pese a algunos momentos de silencio por regímenes antidemocráticos y más recientemente por la pandemia de la Covid-19.
En 2010, junto a la Santa Chabela y La Chalana, la Huelga de Dolores recibió el título de Patrimonio Intangible de la Nación.
INSIGNIA Y CANTO DE GUERRA
Mujer esbelta, espigada, alegre, bailadora y huesuda, La Chabela debe su encanto al estudiante de medicina Hernán Martínez, pintor, escultor y músico.
El inconfundible esqueleto está bailando y en su mano izquierda parece sostener una botella de licor, mientras que la derecha descansa sobre su pubis. En el cartel aparecen dos frases, “Aquí está tu son Chabela” y “No nos lo tientes”.
Lució con garbo para la Huelga de Dolores del 18 de marzo de 1921, hace más de 100 años, y desde entonces pasó a ser su emblema por excelencia.
La Chabela representa principalmente a la muerte, tan cercana a la historia del pueblo guatemalteco, y se considera el primer símbolo del feminismo de los estudiantes.
Es guatemalteca auténtica, con rasgos muy femeninos: la pelvis, la sonrisa y su nombre, afirman historiadores sobre la principal herramienta para burlarse de los dogmas en la sociedad y hacer reír a la población con la sátira y el humor.
Para complementar La Chabela, nació el himno de combate de generaciones sancarlistas, La Chalana, el cual se cantó por primera vez el 7 de abril de 1922 en la puerta del Museo de la Usac por la marimba Ideal Club.
Según reportes de la época, los estudiantes de las facultades de Derecho y Medicina querían una composición que los identificara y fuera un grito de guerra en la Huelga de Dolores.
Para conseguirlo, crearon dos comisiones, una para la letra y la otra, encargada de la música. En la primera, como inspiradores estuvieron Joaquín Barnoya y Epaminondas Quintana, mientras que pusieron su pluma y astucia Miguel Ángel Asturias (Premio Nobel de Literatura en 1967), Alfredo Valle, José Luis Balcárcel y David Vela. Pero quien dio vida a aquellas rimas fue el talento del músico José Castañeda, recién llegado a Guatemala desde Europa, cuando le hicieron la petición.
El nombre de La Chalana lo sugirieron Valle y Vela por utilizar el lenguaje del “chalán”, una persona que trata, trabaja o se ocupa de caballos y otras bestias en España, aunque otra versión asegura que así le decían a las señoras de la época que trabajaban en el mercado.
El bautizo en papel del canto fue en la primera página del periódico también huelguero “No nos tientes”, el cual conforma la triada simbólica del desfile bufo junto a las esperadas carrozas y comparsas.
Tiene un coro con cuatro estrofas para las unidades académicas de entonces: Medicina, Farmacia, Derecho e Ingeniería, aunque esta última no participó en el primer desfile.
“Matasanos practicantes” se refiere a Medicina; “del emplasto fabricantes”, a Farmacia; y “güisachines del lugar”, a Derecho.
VIGENCIA A LA DENUNCIA PÚBLICA
Y aunque retrata la Guatemala de 1921, cuando hoy los sancarlistas entonan La Chalana, pareciera que el tiempo no pasó por la vigencia de la denuncia pública a la corrupción de los funcionarios de turno.
“Patria, palabrota añeja/por los largos explotada;/hoy la patria es una vieja/que está desacreditada./No vale ni cuatro reales en este país de traidores;/la venden los liberales/como los conservadores”.
“Contemplad los militares/que en la paz carrera hicieron;/vuestros jueces a millares/que la justicia vendieron;/vuestros curas monigotes/que comercian con el creo/y patrioteros con brotes de farsa, interés y miedo”.
Hay cosas que no cambian, jueces que venden la justicia, iglesias que comercian con la fe de la gente y La Chalana lo refleja totalmente, de ahí su poder como instrumento de denuncia.
Así piensa T-Sócrates, uno de los reyes feos del desfile, quien considera que Guatemala continúa con el mismo tipo de gobiernos aprovechadores del pueblo. Cien años después cambiaron las generaciones, pero no el modus vivendi de la élite política empresarial.
“La Chalana, aseguró, seguirá vigente hasta que dejemos de elegir personas como las que nos dirigen”.
Fue el mismo sentimiento que Miguel Ángel Asturias describió en su libro Viernes de Dolores:
“Y mientras se proclamaba la Huelga de Dolores, entre detonaciones y el vitorear constante de la muchedumbre apiñada frente a la Universidad -se decretaba feriado por los dolores de todas las vírgenes (a las demás, aunque les duela)-, subía al asta principal del Alma Máter, la bandera negra de los piratas con su gran calavera, y al compás de las marimbas de Gabino, los Chávez y don Andresito, se entonaba por primera vez ‘La Chalana’, canción de guerra estudiantil”.
arb/mmc