El reporte señaló que la pobreza ronda por lo general a personas con graves déficits de trabajo decente, quienes enfrentan inseguridad en su puesto laboral, baja remuneración, falta de estabilidad y horas excesivas.
En ese grupo, de acuerdo con el documento, las mujeres y los jóvenes son los más afectados.
Ellas en particular están desproporcionadamente representadas en los empleos precarios, mal pagados y poco calificados, además de ser objeto de grandes brechas salariales por motivo de género y ser con mayor frecuencia víctimas de acoso y abuso en el entorno laboral.
Otros aspectos negativos vinculados a estas zonas son la exposición a productos químicos en la agricultura, con los riesgos que entraña para la salud, así como la persistencia del trabajo infantil, el trabajo forzoso y la servidumbre por deudas.
Se calcula que hasta 95 por ciento de los niños que realizan labores consideradas peligrosas están en el sector agrícola, fundamentalmente en las producciones de cacao, aceite de palma y tabaco.
La falta de diálogo social y los obstáculos para acceder a las organizaciones de trabajadores figuran entre las dificultades a las que se enfrentan estas personas, refiere el informe de la Actrav, pues los sindicatos son inexistentes o se enfrentan a importantes obstáculos para interactuar con grupos y cooperativas.
“La protección social sigue siendo un sueño”, enfatizó el reporte y añadió que es un problema mayor para quienes tienen modalidades de trabajo precarias, incluido el sector informal, los obreros temporales, subcontratados y los jornaleros, la gran mayoría en las plantaciones agrícolas.
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