Si marzo resultó muy caliente en el subcontinente indio, abril experimentó temperaturas que corresponden a bien entrado el mes de mayo y la ola de calor se extiende y se mantendrá hasta la llegada de los monzones en junio.
Normalmente en India –y Pakistán, que está en la misma región geográfica– el calor aumenta desde marzo a junio cuando, en condiciones normales, llegan los monzones.
Este año, y en algunos otros a partir del 2000, las temperaturas resultan unos tres grados superiores a lo que era habitual en el siglo XX.
De acuerdo con los científicos, el cambio climático potencia la circulación de aire desde el Sahara y los desiertos Arábigo y Persa hacia los valles del Indo y el Ganges, incluyendo las zonas desérticas indias como Rajastán.
Esta circulación era menos frecuente antes del calentamiento del planeta, y el aire caliente se dirigía al norte del Himalaya, pero actualmente las condiciones atmosféricas dirigen el aire caliente hacia el sur de esa cordillera. Así, la situación de la India y Pakistán implica un bloqueo del aire frío del norte debido a las grandes elevaciones del Himalaya, que, por otro lado, potencia los monzones y recoge el agua de los vientos húmedos del sur para regar una de las mayores extensiones de tierra del mundo.
En los últimos años, el impacto del cambio climático se aceleró en el sur de Asia en forma de calor extremo y patrones meteorológicos impredecibles, reflejó el portal Peoples Dispatch.
Jacobabad, situada en la provincia pakistaní de Sindh, es también una de las ciudades más calurosas del planeta y este año registra temperaturas superiores a los 50 grados centígrados.
A la inesperada ola de calor en el subcontinente, que se saltó la estación primaveral de marzo y abril, le sigue una cascada de fenómenos climáticos extremos en Pakistán.
En mayo se produjo una enorme inundación por desbordamiento del lago glacial en el distrito de Hunza, Gilgit-Baltistán, y aunque la oportuna advertencia de las autoridades evitó se produjeran víctimas, 22 familias fueron desplazadas por las inundaciones repentinas.
Además, ocurrió la destrucción de huertos frutales y cultivos que son fuente crucial de sustento en las montañas del sensible ecosistema del Hindukush.
También en mayo se produjeron importantes incendios forestales en Sherani, provincia pakistaní de Baluchistán, y la destrucción del 40 por ciento de los mayores bosques de piñones y acebuches del mundo, e igualmente se produjeron otros dos grandes fuegos en los pinares de Khyber Pakhtunkhwa.
La meseta de Baluchistán, donde se produjeron los siniestros, es una región remota que sufre el subdesarrollo económico y la inestabilidad política durante décadas.
Los incendios forestales afectan directamente a los medios de vida de las minorías étnicas baloch y pashtún que viven en la región, cuya principal actividad económica es el comercio de piñones.
Otros habitantes de la zona crían ganado y animales salvajes que se alimentan de pequeñas hierbas y otra vegetación de las montañas que también es afectada.
Asimismo, varios animales y pájaros, algunos de ellos en peligro de extinción, también están amenazados por las igniciones que destruyen su hábitat y los dejan sin alimento.
Kamran Hussain, coordinador del Fondo Mundial para la Naturaleza para los bosques de Pakistán, declaró al periódico Dawn que la temporada de incendios en el país, que suele comenzar en junio y dura hasta agosto, se adelantó este año debido a las temperaturas extremas y las condiciones de sequía imperantes.
Las catástrofes climáticas, como los incendios y las inundaciones, son especialmente peligrosas para la ecología de las montañas y sus habitantes, que sufren física, económica y mentalmente en un entorno cada vez más precario.
Las olas de calor tienen otros impactos múltiples y en cascada en los ecosistemas, la agricultura y el suministro de agua, que pueden tener efectos mayores en la producción económica y en Pakistán la racha de calor extremo y sequedad afecta a los cultivos clave como el trigo y el arroz, debido a la menor disponibilidad de agua.
El país es el quinto mayor productor de mangos con cerca de 1,8 millones de toneladas anuales, pero experimenta este año un descenso del 50 por ciento en la cosecha del fruto, afectado por el cambio brusco de temperaturas y la escasez de agua.
El 17 de junio, con motivo del Día Mundial de la Desertificación y la Sequía, el Ministerio de Cambio Climático anunció en un comunicado que Pakistán es uno de los 23 países que experimentan una grave emergencia por sequía y los investigadores pronostican que está en camino de convertirse en la nación con mayor estrés hídrico de la región para 2025.
Entre los factores que explican los problemas climáticos de Pakistán están la diversidad geográfica y topográfica del país, con un terreno predominantemente seco en las fronteras occidental y oriental.
El agua de la cuenca del Indo, cuyo caudal se redujo al 40 por ciento, constituye la fuente más importante de agua dulce.
En tanto, el río Ravi, que atraviesa la provincia pakistaní de Punjab, fue declarado uno de los más contaminados del mundo; y además de las aguas superficiales, los recursos hídricos subterráneos también se agotan gravemente para el riego.
La rápida urbanización, marcada por la falta de planificación y los megaproyectos gubernamentales orientados a la obtención de beneficios, como el estadio de Margalla Hills, la construcción de una autopista en el cinturón verde de Malir y las centrales eléctricas de carbón en el desierto de Thar, apuntan a la apatía política hacia el cambio climático.
Aparte de los problemas geográficos y de los megaproyectos dirigidos por las empresas, que atienden más al capital que a la población local, la falta de un marco institucional sólido también dificulta el debate sobre el asunto del clima en el país.
En 2017, el Parlamento aprobó el proyecto de ley de cambio climático propuesto por el Ministerio de Cambio Climático. La ley preveía la creación de un Consejo Nacional del Cambio Climático dirigido por el Primer Ministro y con el mandato de aprobar las políticas nacionales relacionadas con el clima y coordinar su seguimiento.
También se creó una Autoridad Nacional del Cambio Climático y un Fondo Nacional del Cambio Climático, sin embargo, tanto el gobierno federal como los provinciales recurren en su mayoría a enfoques ad hoc y a la gestión de desastres en los últimos cuatro años.
No obstante, hay nuevas vías, como el activismo comunitario liderado por estudiantes y personas de los barrios populares, que están empezando a llamar la atención sobre la justicia climática y a exigir responsabilidades.
Uno de estos ejemplos es la Marcha Climática de los Pueblos que se organiza anualmente en los principales centros urbanos como Lahore y Karachi.
A través de esta iniciativa, los colectivos de pueblos indígenas, organizaciones feministas y de izquierda, grupos de estudiantes, sindicatos, entre otros, consiguen llamar la atención sobre el impacto de las políticas de desarrollo mal planificadas del gobierno y organizan a las masas en favor de la protección del medio ambiente y la justicia climática en el país.
abm
* Corresponsal de Prensa Latina en La India
