Representantes de las policías Civil y Militar confirmaron ante la prensa el número de decesos, 16 de ellos delincuentes.
Además, fallecieron el cabo de la policía militarizada Bruno de Paula Costa y Letícia Marinho de Sales, de 50 años, vecina del lugar y que, según sus familiares, agonizó dentro de un automóvil por una bala perdida.
Otro uniformado fue herido en un pie y trasladado a un hospital cercano al lugar del tiroteo.
Durante la conferencia de prensa, el subsecretario operativo de la Policía Civil, Ronaldo Oliveira, afirmó que prefería que «ellos (los bandidos) no hubieran reaccionado y nosotros hubiéramos arrestado a los 15 o 14, pero desafortunadamente eligieron golpear a los policías».
Con la ratificación, la acción se convierte en la cuarta operación policial más letal en la historia de Río: las acciones en Jacarezinho (28 difuntos) y Vila Cruzeiro (25). La tercera ocurrió en 2007, cuando murieron 19 personas.
Según el comandante del Batallón de Operaciones Policiales, Uirá Nascimento, entre los hombres que se enfrentaron a la policía figuraban malhechores que llevaban uniformes similares a los de agentes civiles y militares.
El coordinador de la Coordinadora de Recursos Especiales de la Policía Civil, Fabrício Oliveira, se quejó de lo que llamó narcoactivistas, personas que, según él, son utilizadas por delincuentes para hacer disturbios durante las acciones.
Cerca de 400 uniformados participaron en la operación e ingresaron desde horas tempranas a la favela, donde fueron «atacados a balazos» en diferentes puntos de la comunidad con un patrón urbanístico irregular, carente de servicios públicos esenciales.
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