Dicha instalación, construida en 1482 por colonialistas portugueses en la región central para emplearla inicialmente como centro comercial en la denominada Costa del Oro ghanesa, se convirtió luego en un punto destinadoa la retención de esclavos africanos.
Según la historiografía, cazadores capturaban a hombres libres en el interior del continente y los vendían a los portugueses y más tarde a los neerlandeses, con quienes intercambiaban textiles y otros bienes como animales. Después, fueron los ingleses quienes señorearon en el entorno.
Durante una visita hace unos años, este redactor de Orbe pudo apreciar la fortificación, flanqueada por numerosos cañones y muelles aledaños en el cercano océano Atlántico, desde donde los esclavos eran transportados en barcos hacia otras partes del mundo.
Al recorrer las galerías de la imponente construcción, considerada la de mano europea más antigua existente al sur del Sahara, destacan áreas que aún se preservan, entre ellas, el temido calabozo femenino, las salas de aislamiento, las murallas y los patios interiores.
En aras de realzar la memoria histórica, en tiempos recientes, el Gobierno de Ghana, con apoyo de la Unesco, restauró el Castillo de Elmina, desde cuyas terrazas superiores el forastero puede observar elpaisaje de aguas marinas, botes ypescadores.
Actualmente, turistas e investigadores visitan el majestuoso lugar que, pese al oprobioso pasado colonialista, también recuerda a las poblaciones autóctonas africanas que vivieron a su alrededor.
Ghana, patria de próceres como Kuame Nkruma (1909-1972), atesora otras fortificaciones con gran valor patrimonial, incluidas el Castillo de la Costa del Cabo, erigido en 1653, y el Fuerte de Ussher, en Accra, la capital del país.
(Tomado de Orbe)