El sitio aludió al estudio de la Red Brasileña de Pesquisa en Soberanía y Seguridad Alimentaria (Penssan), a raíz del Día Internacional de la Mujer Negra Latinoamericana y Caribeña, que se celebra cada 25 de julio.
Desde el inicio de la pandemia de Covid-19 en el gigante suramericano, la directora del quilombo (pueblo afrobrasileño) Casa Akotirene, Joice Marques, notó una diferencia en el tipo de público que pasó a buscar su organización, localizada en el barrio Ceilândia Norte, en el Distrito Federal (DF).
Inaugurada en 2018, la casa comenzó los trabajos con foco en actividades culturales orientadas a la comunidad, mayormente negra.
Sin embargo, con el comienzo de la pandemia, Marques, que también es productora cultural y educadora, residentes de la región comenzaron a buscar la morada en busca de ayuda para acceder a alimentos y artículos de higiene personal.
E incluso, con la caída de la tasa de desempleo en mayo, la Casa Akotirene sigue recaudando y donando alimentos.
De acuerdo con la directora, la mayoría de las familias atendidas están dirigidas por mujeres negras que son madres en solitario.
«Son realidades muy duras. Son madres de cuatro, cinco niños, algunos de ellos son pequeños especiales, pero falta guardería, atención a la salud, educación, empleo e ingresos. La gente busca potenciar la oferta de cursos, actividades de formación y capacitación para romper esa estructura», explica.
Para Marques, las mujeres negras «hoy se encuentran en ese lugar muy a la deriva, en esa cuerda floja».
Según el estudio de la Red de Investigación Solidaria en Políticas Públicas y Sociedad, las mujeres negras que tienen ocupaciones en la base del mercado laboral fueron el segmento de la sociedad que más murió de Covid-19 en 2020.
Ellas también fueron las más afectadas por la recesión generada por la pandemia, más presentes en sectores no esenciales y sin vínculos formales de trabajo. Muchas mujeres negras perdieron parte significativa de sus ingresos durante la crisis sanitaria.
La economista y titular de la cátedra Josué de Castro de la Universidad de Sao Paolo, Tereza Campello, entiende que los efectos negativos de la pandemia sobre factores como ingresos, acceso a empleos y políticas públicas resultaron más graves entre personas negras.
Pero, subraya, la realidad de mayor vulnerabilidad de las mujeres negras no es nueva.
«Empeoró mucho (para ellas), pero ya era una característica de la situación del hambre en Brasil en otros momentos de la historia», reflexiona.
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