“Dormir la siesta es un acto que en sí mismo no es perjudicial, pero muchas personas que lo hacen es porque no es óptimo su sueño en la noche”, destacó un artículo publicado en la revista Hypertension.
Un mal descanso en horario nocturno se asocia con una peor salud, y hacerlo en las tardes es insuficiente para compensar ese problema, enfatizaron los expertos.
Los que solían tomar siestas durante el día tenían 12 por ciento más de probabilidades de desarrollar hipertensión arterial con el tiempo y 24 más de sufrir un accidente cerebrovascular en comparación con las personas que nunca duermen en el horario vespertino.
La mayoría de los individuos que participaron en el estudio y que dormían siestas con regularidad fumaban cigarrillos, bebían a diario, roncaban, tenían insomnio y tenían vida nocturna activa.
Muchos de estos factores pueden influir en la calidad y la cantidad de sueño, opininaron los expertos.
Dormir mal en la noche provoca una fatiga diurna excesiva que puede dar lugar a una siesta excesiva durante el día, plantean los especialistas.
La siesta puede manifestarse como un trastorno del sueño, que guarda relación con el estrés y las hormonas reguladores del peso corporal que pueden conllevar al obesidad, par de factores que incrementan el riesgo de dolencias cardíacas.
A despecho de los resultados, los científicos opinan que una siesta reparadora de 15 a 20 minutos entre el mediodía y las dos de la tarde es aceptable.
Otras investigaciones aseguran que aumenta la concentración, facilita el almacenamiento de la memoria a corto plazo y deja espacio para nuevos datos.
Durante ese sueño, los recuerdos recientes se transfieren del hipocampo al neocórtex, que funciona como un disco duro, donde se consolidan los recuerdos a largo plazo.
Un equipo de neurólogos de la Universidad de Georgetown, Estados Unidos, comprobó que aumenta la creatividad o, al menos, estimula la actividad en el hemisferio derecho que se asocia con esta capacidad.
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