Zhao Lijian, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, llamó a la funcionaria a respetar las preocupaciones del pueblo del país asiático y abstenerse de publicar el texto porque es “una farsa procesada por Estados Unidos y otras naciones de Occidente”.
Denunció que esos gobiernos primero exigieron a la Alta Comisionada realizar una investigación en Xinjiang, luego presionaron con condicionamientos a su visita a la región autónoma uigur y finalmente insistieron en cancelar el recorrido justo antes del viaje a China.
El portavoz de la Cancillería también mencionó que ni Washington ni sus aliados reconocieron el informe oficial de Bachelet al término de su estancia aquí y la obligaron a preparar otro documento con datos falsos.
Zhao se pronunció así al comentar sobre una carta abierta rubricada por 923 organizaciones de China, que rechazan el nuevo reporte de la visita de la Alta Comisionada de ONU para los Derechos Humanos, por considerar que contiene acusaciones infundadas sobre abusos en el país.
Para los firmantes, el documento será una “evaluación irrazonable, sin autorización y fraudulenta” sobre la situación de Xinjiang, que exigieron “ciertas fuerzas anti-China” con motivos políticos.
Manifestaron inquietud porque el texto de Bachelet incluiría acusaciones fabricadas, falsos testimonios y mentiras sobre el supuesto genocidio, crímenes de lesa humanidad, trabajo forzado, esterilización forzada y represión religiosa en dicha zona, con fuerte presencia de musulmanes.
“Los hechos no deben distorsionarse. La verdad no debe ser negada. Le pedimos (…) apegarse a los propósitos y principios de la Carta de la ONU, respete la soberanía e integridad territorial de los países, respete la información autorizada suministrada por los estados miembros y respete las preocupaciones de todos los chinos”, ampliaron.
La Alta Comisionada para los Derechos Humanos estuvo en el gigante asiático del 23 al 28 de mayo pasado para cumplimentar una visita oficial, que incluyó un recorrido por la región autónoma uigur de Xinjiang (noroeste).
Dicho territorio es frecuentemente usado por Estados Unidos y Occidente para lanzar acusaciones contra China sobre el presunto maltrato a las minorías étnicas y existencia de campos de reeducación.
Beijing siempre rechazó esos señalamientos y aseguró que las políticas aplicadas en Xinjiang buscan combatir el terrorismo y la radicalización, pero también ayudar al desarrollo socioeconómico de su población.
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