La muralla será como una cárcel desde tres direcciones, afirmó Amir Shoshani, comandante del escuadrón de reserva del poblado de Metula, en declaraciones al periódico Israel Hayom.
Dañará el paisaje y la calidad de vida y además creará una sensación de asfixia, manifestó Shoshani.
“Esto no tiene fin. Reemplazaron la cerca con una cerca más gruesa, ahora quieren un muro, entonces dirán que el muro tampoco es suficiente. ¿Cuál será el próximo paso?”, preguntó Lior Bez, miembro del consejo de Metula.
¿Qué turista querría venir a ver un muro en lugar de una vista?, subrayó Bez en alusión a la principal fuente de ingreso de la localidad, habitada por unas mil 500 personas.
El rotativo señala que los opositores a la valla aseguran que la misma no los protegerá de los cohetes y morteros lanzados por el grupo libanés Hizbullah si comienza un nuevo conflicto.
El corazón está con el paisaje, pero el obstáculo es crítico para la seguridad de la región, responde el Comando Norte, que insiste en levantar la obra a un costo de tres mil millones de séqueles (unos 877 millones de dólares).
“Este es uno de los asentamientos más amenazados, si no el más amenazado como resultado de la estructura topográfica (…) Incluso si no me gusta, tengo la intención de construir este muro desde el mar hasta la montaña, advirtió recientemente el general de división Amir Baram, jefe del Comando Norte.
Israel invadió a El Líbano en varias oportunidades, la última en 2006, en una operación que causó más de mil muertos e importantes daños económicos en la llamada nación de los cedros.
Oficialmente en guerra desde 1948, la tensión entre ambos países escaló en los últimos meses por la disputa marítima en torno a un área de unos 860 kilómetros cuadrados con importantes yacimientos de gas natural.
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