Según reportes de la industria, con esa cifra la metrópoli superó a las ciudades de Nueva York, Londres y Tokio, y ahora es considerada la capital mundial de una bebida cada vez más popular en el gigante asiático, distinguido por la cultura del té.
Las proyecciones apuntan a un incremento mayor gracias al ambiente internacional y el dinamismo económico de Shanghái, pero también los observadores avizoran el crecimiento del sector en otras urbes de China y ven a Chengdu (suroccidente) con potencial para ser un competidor fuerte del mercado.
Precisamente en Shanghái se ubican los primeros registros de China sobre el néctar negro y se remontan a 1844.
Con los años la popularidad del café creció a tal punto que esa metrópoli ya le dedicó un festival y además lo comercializa en establecimientos especializados tanto de franquicias extranjeras como Starbucks hasta nacionales como Luckin Coffee, Manner, M Stand y Seesaw.
Según los entendidos, los chinos lo asocian como un elemento indispensable de la vida moderna y al mismo tiempo una expresión de energía, entusiasmo, oportunidad y éxito.
El auge del producto dio lugar al desarrollo de grandes plantaciones en la suroccidental provincia de Yunnan y también la incursión de marcas insignes de países como Colombia, Brasil, Etiopía, Jamaica, Vietnam, Italia y hasta de Cuba.
A la par de la popularidad del café, el gigante asiático trabaja por unificar los estándares en lo referido a la capacitación y clasificación de los baristas.
El Gobierno estudia una propuesta que define cinco niveles y establece criterios para medir las habilidades profesionales, el manejo sanitario y la calidad del servicio que ofrecen quienes se especializan en la preparación de distintas fórmulas con la bebida.
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