En sus palabras iniciales la legisladora dijo que la visita “honra el compromiso firme de Estados Unidos de apoyar la vibrante democracia” de ese territorio y al mismo tiempo indicó que “de ninguna manera contradice la política” de la Casa Blanca.
Pero Beijing reaccionó de inmediato con comunicados de varios departamentos gubernamentales que condenaron el viaje de forma contundente, subrayaron el impacto negativo para las relaciones bilaterales y reafirmaron la determinación a reintegrar ese territorio de una vez y por todas.
Esa postura se tradujo en la declaración de una alta alerta del Ministerio de Defensa junto al anuncio de operaciones militares hacia blancos específicos y durante el resto de la semana, como contramedida a un acto considerado una violación a la soberanía nacional y la integridad territorial del gigante asiático.
Mientras, el Ejército Popular de Liberación desde la noche del martes ya comenzó maniobras aéreo-marítimas en el norte, suroeste y sureste de Taiwán que involucran artillería pesada de largo alcance y el lanzamiento de misiles.
China cumple así con las advertencias emitidas casi a diario desde el mes pasado y dejó en claro a Estados Unidos que no tolerará más provocaciones ni hará concesiones en el tema de mayor fricción y sensibilidad de los lazos bilaterales.
Pelosi es la funcionaria de más alto rango que viaja a Taiwán desde 1997 y para Beijing su estancia allí significa elevar el nivel de los intercambios oficiales con una parte inalienable del país.
Observadores locales coinciden en que el Gobierno resolverá el asunto con la reunificación de Taiwán, si bien siempre buscó hacerlo por la vía pacífica y ahora el contexto pudiera conllevar a la incursión militar.
Un editorial del diario China Daily indicó que Pelosi con su visita acaba de destapar la Caja de Pandora, pues se avizoran días de incertidumbre y el gigante asiático está más determinado y tiene poderío como nunca para ganar una de sus grandes causas como nación.
Igualmente está preparado para lidiar con la ofensiva en el campo diplomático y, según los entendidos, baraja la salida de su embajador en Washington, la aplicación de sanciones a quienes visiten Taiwán, junto a la previsión de un impacto devastador para la paz y la economía regional.
La insistencia de Estados Unidos de jugar la carta de Taiwán resulta un movimiento fatal y solo añadirá más presión al mundo, que sigue sin recuperarse de la pandemia de Covid-19 y sufre los efectos del conflicto Rusia-Ucrania, admiten expertos en el tema.
Para China simplemente la Casa Blanca debe frenar el apoyo y confabulación con las fuerzas secesionistas, pero también pasa por enfocarse en el respeto mutuo, la convivencia pacífica, la no confrontación y la cooperación de ganancia compartida.
“La cuestión de Taiwán es puramente un asunto interno de China, por lo que ningún otro país tiene el derecho a actuar como juez en esta cuestión (…) (Estados Unidos) Debe dejar de distorsionar, oscurecer y vaciar el principio de una sola China (…) y no ir más lejos por el camino equivocado y peligroso”, sentenció al respecto la Cancillería.
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