El secretario general del comité ejecutivo de la OLP, Hussein al Sheikh, condenó en Twitter la “criminal agresión contra nuestro pueblo” en el enclave costero, donde viven más de dos millones de personas.
También rechazó la profanación de lugares sagrados, poco después de que más de mil israelíes ingresaran a la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén Este, una acción que los palestinos ven como una provocación.
La cancillería palestina criticó ayer la ofensiva, al considerarla “una manifestación de la arrogancia del Ejército israelí y una extensión de su mentalidad colonial racista”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores afirmó que la vecina nación utiliza al territorio ocupado como un campo de entrenamiento y al ciudadano palestino como blanco para disparar.
En similares términos se expresó el presidente del Tribunal Supremo palestino, Mahmoud Al-Habbash.
Todas las palabras y frases no son suficientes para expresar la ira que reside en el corazón de los palestinos y pueblos libres del mundo por esta bárbara agresión, escribió en Twitter.
Las Fuerzas Armadas de Tel Aviv comenzaron el viernes a bombardear presuntos blancos de la Jihad Islámica palestina, que respondió con andanadas de cohetes contra territorio de la vecina nación.
Khaled Mansour y Tayseer Al-Jabari, dirigentes de ese grupo, fallecieron en sendos ataques israelíes. También se reportan desde entonces la muerte de seis menores de edad y cuatro mujeres, entre ellas una anciana.
El primer ministro israelí, Yair Lapid y el titular de Defensa, Benny Gantz, anunciaron este domingo que la ofensiva “continuará todo el tiempo que sea necesario”, aunque sectores internos reclaman su fin inmediato.
Gantz autorizó a movilizar hasta 25 mil soldados para las operaciones, de los cuales cuatro mil ya fueron llamados a las filas, según diversos medios de prensa.
Salama Maarouf, jefe de la Oficina de Información del Gobierno en Gaza, alertó sobre la destrucción de 650 viviendas, 45 de ellas de forma total debido a las bombas israelíes.
Por su parte, Ashraf al-Qidra, portavoz del Ministerio de Salud en Gaza, advirtió sobre la inminente suspensión de los servicios médicos debido a la paralización de la única central eléctrica del territorio debido a la falta de combustible.
Desde hace varios días Israel impide la entrada de diésel y productos de primera necesidad al enclave costero.
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