También conocida como la Ciudadela de la Montaña (Qala’a Al-Jabal, en árabe), fue construida en el siglo XII para proteger la urbe de posibles ataques de los cruzados, de ahí que goce de una ubicación privilegiada: se eleva en las centrales colinas de Mokattam, desde cuya altura se divisa el panorama a plenitud.
Los habitantes de la fortaleza podían alertar ante cualquier agresión enemiga, pero al mismo tiempo, su diseño fue concebido para resistir todo intento de asalto, lo que hizo que continuara siendo el corazón del gobierno egipcio hasta el siglo XIX.
Su construcción comenzó en 1176 por órdenes de Salah El-Din (Saladino para los occidentales) y continúo con sus sucesores: la dinastía ayubí, los mamelucos y el imperio Otomano.
Como el primer gobernante tenía la intención de construir un fuerte que lo protegiera de sus enemigos, decidió hacer sus bloques de construcción con las piedras de algunas pequeñas pirámides de Giza y su diseño se inspiró en las elegantes y fortificadas ciudadelas sirias y libanesas.
Para ello, ordenó que se elevara una muralla de casi 20 kilómetros de longitud que conectara con las márgenes del Nilo y comprendiera la ciudad, así como un pozo de 85 metros de profundidad para abastecer de agua la fortaleza y a sus habitantes.
En la actualidad, constituye un sitio histórico que comprende palacios, entre los que se encuentran Ablaq y Al-Gawhara; cuatro mezquitas: Mohamed Ali, Al-Nasir Mohamed, Sulayman Pasha y Al-Azab, y los museos de la Policía y del Ejército, donde se pueden contemplar armas antiguas, herramientas y uniformes.
El Museo de la Policía funcionó como prisión en épocas pasadas, por lo que se observan allí las celdas donde se mantenía a los prisioneros y los accesorios que estos usaban; mientras que el Militar exhibe cañones, tanques y armas empleadas en diferentes periodos de la historia.
Pero, sin dudas, las joyas de la corona de esta fortaleza residen en las mezquitas de Mohamed Ali –más conocida como Mezquita de Alabastro por el material que recubre el exterior de los pisos inferiores– y la de Al-Nasir Mohamed, el templo más viejo de la Ciudadela y uno de los pocos edificios que sobreviven al período medieval.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1976, la Ciudadela de Saladino constituye un ícono de la historia de Egipto y una de sus atracciones turísticas más importantes. Y, como buen centinela, sigue oteando el horizonte, símbolo de fuerza, orgullo y resiliencia del pueblo egipcio.
(Tomado de Orbe)