El Ministerio de Relaciones Exteriores indicó en un comunicado que el diplomático confundió lo correcto con lo erróneo cuando calificó de sobredimensionada la respuesta del gigante asiático e incluso lo acusó de ser un agente de inestabilidad en la zona.
Recordó las numerosas advertencias de Beijing sobre las consecuencias del viaje a Taipéi de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, las protestas presentadas ante el mismo Burns y la alerta de que Washington sería el único responsable de las tensiones derivadas de dicha acción.
La Cancillería deploró que ahora muchos políticos norteamericanos intenten culpar a China de avivar los roces en el estrecho de Taiwán, cambiar el status quo de esa área y afectar las relaciones bilaterales, solo porque reaccionó a la visita de Pelosi con una combinación de medidas militares, políticas, comerciales y diplomáticas.
“Estados Unidos fue el primero en lanzar provocaciones, imponer una crisis evitable al pueblo chino (…) aplicar tácticas divisorias para traspasar continuamente la línea roja y socavar el principio de Una sola China”, aseveró la nota oficial.
Rechazó el empeño de Washington por demonizar y estigmatizar las maniobras militares que el Ejército Popular de Liberación desarrolló de manera “legítima, legal, profesional y transparente” alrededor de la isla sureña.
La Cancillería ratificó la voluntad de Beijing de enfrentar a cualquier país, fuerza o individuo para defender la soberanía e integridad territorial, así como completar la reunificación nacional.
Exigió a la Casa Blanca cesar la injerencia en los asuntos internos de China, dejar de sabotear los nexos y respetar las normas básicas sobre el desarrollo de las relaciones internacionales.
Beijing siempre advirtió que procedería con contramedidas “decisivas, enérgicas y efectivas” a la estancia de Pelosi en Taiwán el pasado 2 y 3 de agosto.
Aparte de las operaciones militares, interrumpió ocho mecanismos de diálogo y cooperación con Estados Unidos, sancionó a la legisladora y sus familiares, y a individuos, compañías y organizaciones vinculadas al secesionismo.
También suspendió algunas exportaciones e importaciones a Taiwán.
Múltiples voces dentro y fuera del suelo estadounidense criticaron el periplo de la congresista demócrata y lo calificaron de imprudente, porque solo acentuó las tensiones entre las dos principales potencias del mundo.
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