Cada año se producen más de 390 millones de casos en el mundo, de los cuáles 500 mil corresponden a la variedad más grave, el dengue hemorrágico, que causa unas 25 mil muertes.
La dolencia se transmite por la picadura de mosquitos Aedes aegypti infectados, pero no entre personas, pero puede afectar a cualquier grupo de edad.
Existen cuatro variedades de dengue, siendo el hemorrágico el más grave, y es posible que un mismo individuo desarrolle la enfermedad cuatro veces, cada una de ellas por una variedad diferente del virus.
El dengue provoca síntomas parecidos a los de una gripe, como fiebre, dolores musculares y de cabeza, escalofríos, nauseas y vómitos. En ocasiones puede evolucionar hasta convertirse en un cuadro potencialmente mortal, llamado dengue hemorrágico o grave.
Últimamente se ha desarrollado de manera creciente en las zonas urbanas convirtiéndose en un problema grave de salud pública, junto con el Zika y Chikungunya.
La única forma eficaz de prevenirlo es controlando las poblaciones de mosquitos transmisores.
De ahí que las autoridades sanitarias insistan en indicar que se eliminen correctamente los desechos sólidos y líquidos, y evitar que los mosquitos encuentren lugares donde depositar sus huevos.
Asimismo, aplicar los tratamientos adecuados a los recipientes donde se almacene agua, además de cubrir, vaciar y limpiar periódicamente los depósitos dedicados a uso doméstico.
Las personas deben limpiar las canaletas, bebederos de animales, mantener el césped corto, cambiar regularmente el agua de floreros, entre otras acciones.
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