Según el ministro de Desarrollo Internacional, Harjit Sajjan, los fondos respaldarían la acción coordinada por Naciones Unidas para evitar un vertido que dañaría el medio ambiente y afectaría a millones de personas.
“Las posibles consecuencias serían devastadoras; destruirían los medios de vida y obligarían a cerrar los puertos de Hodeidah y Saleef en Yemen, que apoyan la entrega de asistencia humanitaria, refugio, alimentos, agua y atención sanitaria”, insistió el también titular de la Agencia de Desarrollo Económico del Pacífico de Canadá.
El buque de almacenamiento y descarga anclado en las aguas del mar Rojo presenta un avanzado estado de deterioro, lo que supone el riesgo de derrame.
Para evitar el desastre, existe un plan operativo que cuenta con el apoyo de las partes en conflicto y necesita un presupuesto de 144 millones de dólares.
La operación de salvamento incluye la transferencia a otro petrolero de la carga de crudo y busca encontrar una solución permanente para reemplazar al Safer.
La unidad flotante quedó abandonada después del inicio en 2014 de la guerra en Yemen, causante de una crisis humanitaria sin precedente en el país.
La instalación, construida en los años setenta, contiene cuatro veces la cantidad de petróleo vertida por el Exxon Valdez, el petrolero que provocó en 1989 una de las mayores catástrofes medioambientales de la historia de Estados Unidos.
Un derrame del Safer destruiría arrecifes, manglares costeros y otras formas de vida en todo el mar Rojo, expondría a millones de personas a un aire altamente contaminado y cortaría el suministro de alimentos, combustible y otros productos vitales, alertan reportes de Naciones Unidas.
De acuerdo con el Gobierno canadiense, desde 2015 este país norteño destinó más de 300 millones de dólares en financiación para responder a las necesidades humanitarias de las personas afectadas por el conflicto en Yemen.
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