En agosto, los devotos de Minguito–como lo llaman aquí – veneran su figura de distintas formas, mientras unos bailan al ritmo de comparsas, otros rezan o pagan sus promesas caminando de rodillas.
Como es habitual, el primer día del octavo mes del año se realiza la primera procesión conocida como “la bajada del santo” y el 10 del propio mes, acontece la segunda, popularizada como “la subida del santo”.
Ambas peregrinaciones están colmadas de colorido: por las principales vías de la urbe capitalina los fieles llevan consigo copias de la estatua de Minguito.
La antigua y diminuta imagen del santo católico es calificada por cientos de nicas como milagrosa, motivo por el cual las promesas transitan de generación en generación con el propósito de mantener viva la tradición que inunda las calles de Managua.
“Vengo aquí a pagar mi promesa con Santo Domingo, yo tenía mi mamá enferma en el hospital y casi no contábamos con ella, le pedí que me la regresara a casita sana y me cumplió y ahora yo cumplo con él, llevo 15 años pagando promesas y seguiré”, comentó a Orbe el capitalino Alfredo Aguirre.
El pago de las promesas por lo general se repite cada año y varía de acuerdo a cada familia. De ahí quealgunas personas utilizan atuendos tradicionales y se visten con trajes folclóricos.
Otros, los llamados negritos, se untan con aceite y polvos hasta quedar de color oscuro. También los conocidos como diablitos utilizan sustancias que dan a sus cuerpos un tinte rojo.
Asimismo, como parte de sus promesas,varias personas prefieren repartir a la multitud bebidas tradicionales y comerciales o bocadillos.
Uno de los personajes típicos de las actividades agostinas en la nación centroamericana es el “Cacique Mayor”, quien año tras año se viste e indio y danza al lado de Minguito.
Las fiestas patronales de la capital de Nicaragua actualmente se desarrollan en dos escenarios principales: la procesión del santo y el desfile hípico y de carrozas.
(Tomado de Orbe)