Esta mutación tecnológica clave para su futuro, entienden los analistas de mercados financieros, le permitirá reducir prácticamente en 99 por ciento su consumo de energía.
Como todas las criptomonedas, Ethereum empezó a funcionar mediante una cadena de bloques de instrucciones encriptadas, que son creadas de forma incesante por miles de ordenadores en todo el mundo, de forma autónoma y automática.
Con esta operación actual la moneda, que representa el 20 por ciento del mercado (40 por ciento para bitcóin) pasa de un sistema conocido como Proof of work (Prueba de trabajo),
a la denominada Prueba de participación o Proof of stake.
La primera mencionada certifica que la inscripción fue realizada por ordenadores, y la segunda , que básicamente se recompensa a los aportadores financieramente de su capital.
Es un cambio complejo que desde el punto de vista ecológico tiene un impacto enorme en el mundo de las criptomonedas. Se calcula que el funcionamiento de Ethereum hasta ahora consumía anualmente la misma cantidad de electricidad que Nueva Zelanda.
Las criptomonedas son una creación totalmente informática y virtual, que se basa únicamente en la fiabilidad de su solvencia en los mercados gracias a las cadenas de bloques, que se suponen son infalsificables.
Ethereum es clave en ese mercado, muy volátil, porque prácticamente todos los intercambios en el mundo del arte digital se realizan con esa moneda.
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