El autor de emblemáticas piezas como “Te recuerdo Amanda”, fue capturado junto con otros docentes y alumnos de la entonces Universidad Técnica del Estado y conducidos el 12 de septiembre al Estadio Chile, convertido en centro de detención, tortura y exterminio.
Los últimos días de vida de Jara fueron reconstruidos por testimonios de compañeros suyos que sobrevivieron al horror de esas jornadas, así como por la confesión de algunos de los carceleros y verdugos, entre ellos el antiguo conscripto José Alfonso Paredes, entonces de 18 años.
Pocas horas antes de su martirio escribió su último poema, llamado por algunos “Somos cinco mil”, en referencia al número aproximado de detenidos en ese sitio; conocido por otros como “Estadio Chile”, y también nombrado “Canto que mal me sales”.
Identificado por sus captores, Jara fue sometido a largas sesiones de tortura, las manos fracturadas a golpes de pistola, y el 16 de septiembre asesinado. De acuerdo con el informe de la autopsia presentaba 44 impactos de bala.
El cadáver fue arrojado a las calles de Santiago y de allí llevado a la morgue, donde se evitó una sepultura anónima gracias a Héctor Herrera, funcionario del Registro Civil, quien lo identificó, logró sacar el cuerpo y junto a la viuda, Joan Turner, y otros amigos lo enterraron en el Cementerio General.
Víctor Jara es uno de los músicos más reconocidos de Chile y, junto a Violeta Parra, se convirtió en un ícono a nivel internacional por sus interpretaciones de contenido social y reivindicativo.
Su canto, que él mismo identificó como “una cadena sin principio y sin final” sobrevivió a sus captores, torturadores y asesinos y a casi medio siglo de su muerte es recordado y sus letras se traducen a varios idiomas en muchos lugares del mundo.
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