Las milicias locales pueden alimentarse del resentimiento de las poblaciones atacadas por el grupo armado para perseguir a quienes rehúsen rendir las armas y reincorporarse a la vida civil, a la vez que admite en el gobierno a exlíderes de Al Shabab, declaró el primer ministro Hamza Barre.
El caso más notorio fue el nombramiento días atrás como ministro para la Religión de Mukhtar Abu Mansur, uno de los comandantes de los islamistas que abjuró, marchó al exilio y retornó al país.
A mediados de mes el presidente somalí, Hasan Sheij Mohamud, visitó Estados Unidos donde obtuvo el apoyo militar de Washington y reivindicó éxitos militares contra el movimiento islamista en combates recientes.
En los choques armados las fuerzas de seguridad ultimaron a 40 miembros de Al Shabab, grupo leal a la red Al Qaeda, acorde con la versión oficial somalí, carente de confirmación independiente.
Sheij Mohamud añadió que tratará de mantener el impulso logrado en Abborey contra los islamistas a los que calificó de mafia que, aseguró, tiene “autonomía económica a través de la intimidación y el asesinato de inocentes”.
Somalia fue escenario en 1993 de una feroz batalla en la cual Estados Unidos perdió dos helicópteros del tipo Black Hawk y 19 soldados; ocho años después Washington completó su retirada del país africano, pero dejó un reducido contingente encargado, según la versión oficial de tareas de apoyo.
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