La víspera su hombre fuerte de confianza, Alejandro Astesiano, fue imputado por tres delitos asociados a la falsificación de documentos y pasaportes, y enviado a la cárcel por los próximos 30 días mientras avanza la investigación fiscal.
Astesiano está detenido desde el domingo, cuando arribó al país junto a Lacalle Pou, a quien acompañó en un viaje privado al exterior.
Desde entonces no cesan de divulgarse informaciones sobre el caso, que la fiscal Gabriela Fossati calificó de complejo y de vieja data.
Analistas comienzan aquí a cuestionarse cómo Astesiano ocupaba tamaña responsabilidad cuando en su historial tenía una veintena de indagaciones policiales por hurto, estafa y apropiación indebida.
El jefe de Estado consultado al respecto respondió: “Cuando pedimos el legajo de Alejandro Astesiano no figuraban antecedentes penales, ninguno”.
“Si hubiera sabido, otra hubiera sido la situación”, añadió a la vez que reconoció haber sido informado de los señalamientos policiales del inculpado, los cuales constan en el Sistema de Gestión de Seguridad Pública del Ministerio del Interior.
Según audios incautados por la fiscalía, Astesiano utilizaba la Torre Ejecutiva, sede presidencial, para sus negocios ilícitos.
Además disponía de una computadora con acceso a la base de datos de la Dirección de Identificación Civil, donde se había desempeñado 20 años atrás.
Mientras el mandatario atendía cuestiones de Gobierno, el jefe de su custodia utilizaba su despacho en el piso cuatro de la Presidencia para reunirse con un notario uruguayo y un ciudadano ruso, también implicados en la causa.
Revelaciones aquí afirman que en esos encuentros ofrecía contactos reales o simulados con funcionarios ubicados en puestos estratégicos para organizar la tramitación de pasaportes a ciudadanos rusos a partir de partidas de nacimiento de personas fallecidas.
“En principio cada uno tiene un rol distinto y había un concierto entre ellos”, adelantó la fiscal encargada.
Se comunicaban por Telegram y hablaban de dinero, según Fossati, quien dijo que por razones de tiempo no se ha podido procesar toda la información obtenida en las diligencias realizadas en los domicilios y oficinas de los involucrados.
Ello implicaría que el asunto va para largo y sus implicaciones e involucrados están por salir a la luz.
“El hecho es desagradable, inconveniente en lo personal. En lo político ni que hablar” pero “habla bien de la República”, opinó el mandatario respecto a las diligencias sobre el caso.
«Si hay algún responsable soy yo, apuntó; admitió que su jefe de seguridad, ahora tras las rejas, le «ameritaba confianza» y acotó haber recibibo «un balde de agua fría».
Empezaré a andar solo, espetó Lacalle Pou a la pregunta sobre probables cambios en su equipo de seguridad.
Lo cierto es que a esta hora predomina un silencio cauteloso desde las fuerzas políticas que hacen vida en la coalición de Gobierno y el presidente uruguayo luce solitario en este trance.
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