A partir de ahora en esos productos la concentración de nicotina no puede sobrepasar los 20 microgramos, no deben contener impurezas, metales pesados y contaminantes, y sí incluir funciones para evitar que los niños los enciendan.
El Gobierno prohibió los modelos con sabores a frutas, la publicidad dirigida a menores de edad y los anuncios en los medios de comunicación, lugares públicos y en el transporte.
Los fabricantes necesitan licencias de la Administración Estatal del Monopolio del Tabaco, deben operar con estricto cumplimiento de las leyes aprobadas para el sector y no pueden vender sus productos cerca de ninguna escuela.
La puesta en vigor de estas normas sigue a la campaña contra el uso de los cigarrillos electrónicos y su inclusión en el programa oficial destinado a reducir el tabaquismo hacia 2030.
El Estado desde el año pasado promueve entre la población fumadora no recurrir a esos aparatos como alternativa mientras tratan de dejar el vicio, causante de enfermedades que dejan alrededor de un millón de muertes cada año.
Se sumó a la lucha contra los vaporizadores luego que activistas y expertos llamaron a regular de forma estricta su publicidad, pues preocupa que es contraria al plan nacional orientado a promover estilos saludables de vida.
Los entendidos criticaron a las empresas comercializadoras del producto por tratar de apropiarse del mercado mientras se intenta reducir el tabaquismo y alertan que así solo harán más difícil a las personas dejar el vicio. Fustigaron la difusión y hasta exageración de hipótesis no probadas sobre la supuesta ayuda a los fumadores y la seguridad de los vaporizadores frente al cigarrillo tradicional.
En especial criticaron que la promoción de los cigarrillos electrónicos conlleva al tabaquismo, sobre todo en la juventud.
De hecho, varias investigaciones revelaron que lo usan 70 por ciento de los estudiantes de la enseñanza preuniversitaria en China.
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