Con esas prácticas intentamos contribuir a garantizar un elevado porcentaje de población (cantidad de plantas por hectárea), lo cual coadyuva de forma decisiva al control de las malas yerbas, dijo además a Prensa Latina la coordinadora de Servicios Fitosanitarios del Inica, Ana Lidia Jiménez.
La experta del Instituto de Investigaciones de la Caña de Azúcar (Inica) explicó que los espacios vacíos- sin caña u otros cultivos- son ocupados por esas plantas indeseables, las cuales causan grandes pérdidas.
También precisó que esas medidas son parte de un programa de Control Integral de Malezas, elaborado por ese centro, el cual lo pone a disposición de los agricultores de la agroindustria azucarera.
Jiménez aseveró que está demostrado que una buena población regula el brote de las malezas por auto sombra, lo cual impide la germinación y el establecimiento de la gran mayoría de estas especies, consideradas la causa fundamental de pérdidas de rendimiento agrícola de los cultivos de interés económico.
Significó igualmente que en la lucha contra las malas yerbas es necesario que las guardarrayas estén libres obstáculos para lograr cañas de azúcar y otros cultivos con mayor vigor, altura y grosor, sin plagas ni enfermedades.
En ese sentido subrayó la importancia de combatir con todos los métodos las malezas, para impedir que alcancen gran desarrollo, porque obstaculizan la cosecha. De acuerdo con la especialista, prácticas como el uso de los residuos de cosecha también resultan eficientes en el control de las malas yerbas, por la barrera físicas que crean para el brote de esas plantas dañinas.
La coordinadora mencionó entre otras ventajas del programa de control, permitir buena preparación del suelo utilizando subsoladores con intervalos entre las labores, a fin de eliminar órganos vegetativos subterráneos de las malezas, como rizomas, estolones y bulbos.
Agregó que ese servicio incrementa el rendimiento agrícola y crea condiciones favorables para el brote, crecimiento y desarrollo de caña de azúcar y de otros cultivos, lo que arroja como resultado mejor aprovechamiento de las fertilización que se aplica.
Creado en 1964 y perteneciente a Azcuba, el Inica tiene como misión desarrollar programas de ciencia y ejecutar proyectos de investigación e innovación tecnológica altamente competitivos, para obtener y comercializar variedades de caña de azúcar, semillas y vitroplantas y ofertar servicios técnicos y tecnologías, entre otros. La actividad del Inica no ha estado exenta de las dificultades derivadas de la pandemia de la Covid-19, la crisis económica internacional y el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba, aseguraron varios directivos de la institución.
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