El Ministerio de Relaciones Exteriores los llamó a apostar por el diálogo, la cooperación y un aporte real al avance de esas garantías en todo el mundo, así como enfocarse en sus persistentes problemas de racismo, discriminación, violencia armada y maltrato a los inmigrantes.
Reprochó el empeño por manchar la imagen de China, impedir su desarrollo, propagar mentiras e intentar usar el Consejo de la Organización de Naciones Unidas para los Derechos Humanos como una herramienta para interferir en los asuntos internos del gigante asiático.
Al mismo tiempo, la Cancillería resaltó que la comunidad internacional se negó a discutir la propuesta de Washington y sus aliados, pese a una fuerte presión de ellos.
“Los asuntos de Xinjiang no tienen que ver con derechos humanos. Son acerca de combatir el terrorismo violento, la radicalización y el separatismo. Gracias a los arduos esfuerzos, no hubo incidentes violentos en más de cinco años”, amplió, al asegurar que las garantías de la población allí son respetadas como nunca antes.
Finalmente, el Ministerio auguró el fracaso de cualquier iniciativa por utilizar el tema como arma contra China.
Este pronunciamiento sigue al rechazo mayoritario la víspera por los miembros del consejo de ONU para los Derechos Humanos a discutir un proyecto sobre Xinjiang.
Dicha región autónoma uigur, está ubicada en el noroeste de China y frecuentemente es usada por Occidente para lanzar acusaciones contra el país sobre el presunto maltrato a las minorías étnicas y existencia de campos de reeducación.
Beijing siempre rechazó esos señalamientos y aseguró que las políticas aplicadas en Xinjiang buscan también ayudar al desarrollo socioeconómico de su población, con fuerte presencia de musulmanes.
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