A su paso por el occidente del país los vientos y las lluvias dañaron más de 94 mil viviendas, muchas destruidas totalmente, y dejaron sin electricidad totalmente a las provincias de Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque y La Habana, con todo lo que ello implica para el normal desenvolvimiento de la vida cotidiana.
Esto sin contar cuantiosos daños en cultivos, cuando la alimentación es un ono de los grandes problemas que enfrenta el país. Desde el paso del huracán el 27 de noviembre, los trabajos se han enfocado en procurar la vuelta a la normalidad con una movilización a ivel nacional de los recursos disponibles, con frecuencia insuficientes para tamaño reto, y la ayuda de hombres y mujeres de todo el país.
El presidente Miguel Díaz-Canel y demás dirigentes del Gobierno y el Partido Comunista a todas las instancias y los ministros de los organismos involucrados en la recuperación han permanecesido constantemente dirigiendo el avance de los trabajos.
En las reuniones ás recientes con ese objetivo, el mandatario ha hecho hincapié en realizar todas las acciones con la mayor agilidad y prontitud posible.
Ello resulta imprescindible, pues si bien se restableció la electricidad en la capital y se avanzó notablemente en otras provincias, en Pinar del Río, donde se aprecian los mayores perjuicios, solo se ha podido restablecer el fluido eléctrico a alrededor del 30 por ciento de los clientes.
Ante la grave situación no faltó en estos días la solidaridad internacional con el envúiode importantes cantidades de recursos desde México, Venexuela y otros países, el aporte de entidades como el Programa Mundial de Alimentos de la ONU y las ayudas de amigos de la isla y cubanos residentes en muchas naciones.
Tales aportes resultan doblemente valiosos para los cubanos, que resisten el sexagenario bloqueo económico, comercial y financiero que el gobierno de Joe Biden mantiene sin grandes cambios aun cuando gobiernos y organizaciones internacionales han pedido al menos suavizarlo para facilitar la recuperación de la isla.
A esa política se suma la insistencia de Washington por mantener a Cuba en su lista de Estados patrocinadores del terrorismo.
La injusticia de esa medida se hizo más evidente aún esta semana al exponer desde Venezuela representantes del gobierno de Colombia y del guerrillero Ejército de Liberación Nacional la disposición de iniciar diálogos para alcanzar la paz en esa nación.
Precisamente, Cuba es uno de los países garantes de esas conversaciones, según recuerda una declaración emitida por el Ministerio de Relaciones Exteriores el 3 de octubre, en la cual se reitera que la isla continuará apoyando y contribuyendo a esas negociaciones.
Además, el 6 de octubre los cubanos conmemoraron el aniversario 46 del atentado terrorista contra una aeronave de Cubana de Aviación que costó la vida a 73 personas, incluyendfo varios ciudadanos extranjeros.
Como quedó demostrado, esa acción fue fraguada por los agentes de la CIA Orlando Boch y Luis Posada Carriles, quienes a pesar de reconocer abiertamente su responsabilidad, se pasearon durante años libremente por las calles de Miami con pleno conocimiento de sucesivos gobiernos de Washington. A propósito de la fecha, el vicepresidente de Cuba, Salvador Valdés expresó desde su cuenta de Twitter que “podríamos preguntarnos si Estados Unidos, país que ha dado cobija a los terroristas anticubanos, tendría la decencia de incluirse, en vez de a Cuba, en su espuria lista de países que patrocinan el terrorismo”.
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