Cinco jueces de la máxima instancia judicial del país escucharán durante dos días los argumentos de ambas partes, antes de tomar una decisión, que según trascendió, podría demorar semanas o meses en ser anunciada.
Londres alega que se trata de un asunto constitucional que excede los poderes del parlamento escocés, mientras que los independentistas esgrimen que solo pretenden realizar una consulta, que en caso de realizarse, no afectaría la unidad del reino de forma inmediata, pues ambas partes deberán legislar luego al respecto.
El gobierno central británico se opone a autorizar otro referendo sobre la independencia de Escocia, porque considera que el resultado del celebrado en 2014, cuando 55 por ciento de los electores escoceses votó a favor de permanecer en el Reino Unido, es válido para la presente generación.
El Partido Nacional Escocés (SNP), que controla e Parlamento regional, considera, sin embargo, que ese resultado quedó inhabilitado dos años después por la consulta sobre el Brexit, dado que la mayoría de los escoceses votó por seguir siendo parte de la Unión Europea (UE), pero tuvo que abandonar el bloque junto al resto del Reino Unido.
La jefa del gobierno escocés y líder del SNP, Nicola Sturgeon, reiteró la víspera su compromiso de convertir a Escocia en un país independiente, tras argumentar que a los escoceses les irá mejor fuera de la égida de Londres.
Según dijo Sturgeon en la clausura del congreso anual de su partido, si la Corte Suprema británica decide a su favor, la consulta se celebrará el 19 de octubre de 2023.
Agregó que de negársele al Parlamento escocés la posibilidad de convocar a un nuevo referendo, aceptará el veredicto, pero advirtió que la independencia será el único tema de su campaña electoral en las próximas elecciones.
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