En 2021, India ocupó el puesto 101 entre 116 países, y esta vez por segundo año consecutivo sale peor parada que sus vecinos Pakistán (99), Nepal (81) y Bangladesh (84), y sólo dos puestos por encima de Afganistán, que ocupa el lugar 109 en dicho parámetro.
El IGH calcula los niveles de hambre y malnutrición en todo el mundo y este año el informe accedió a datos de 136 países, pero evaluó solamente a 121 de ellos por falta de datos suficientes para el resto de las naciones.
La puntuación se calcula a partir de cuatro indicadores: subnutrición, emaciación infantil (proporción de niños menores de cinco años con bajo peso para su estatura), retraso en el crecimiento infantil (niños menores de cinco años con baja estatura para su edad) y mortalidad infantil (tasa de mortalidad de menores de cinco años).
India presenta una cota de 29,1 en el IGH, lo cual sitúa al país en la categoría de problema de hambre «grave».
No obstante, la sumatoria de India mejoró ligeramente desde el 27,5 del año pasado, aunque en el año 2000, el país estaba mucho mejor, con 38,8 puntos.
Se considera que la proporción de desnutridos en la población india tiene un nivel medio, y su tasa de mortalidad infantil en menores de cinco años se considera baja, acotó el reporte.
Aunque el retraso en el crecimiento de los niños experimentó un descenso significativo, del 54,2 por ciento en 1998-1999 al 35,5 por ciento en 2019-2021, todavía se considera muy alto, apuntó.
Con un 19,3 por ciento, India tiene la tasa de emanciación infantil más alta de todos los países incluidos en el listado.
A nivel mundial, 17 Estados, entre ellos China, Hungría, Montenegro, Uzbekistán, Rusia y Arabia Saudita, compartieron el primer puesto y este año ningún país se situó en la categoría de extremadamente alarmante.
De acuerdo con la investigación, el progreso mundial contra el hambre se estancó en gran medida en los últimos años y la zona africana al sur del Sahara y el sur de Asia son las regiones con mayores niveles de hambre.
Es probable que la situación del orbe empeore ante el actual aluvión de crisis superpuestas como conflictos, cambio climático y las consecuencias económicas de la pandemia de Covid-19, todas ellas poderosas impulsoras del hambre, señaló el trabajo.
Entre tanto, la guerra en Ucrania aumentó aún más los precios de los alimentos, el combustible y los fertilizantes, y tiene el potencial de contribuir a la escasez de comida en 2023 y más allá.
mv/abm