El Greg Mortimer ocupó en esa fecha la atención mundial «cual embarcación apestada» al que varios gobiernos de la región le negaron el atraque.
La nave estuvo casi 60 días anclada a 20 kilómetros del puerto de esta capital, y con más del 70 por ciento de las personas a bordo contagiadas por el coronavirus SAR-COV-2, causante de la Covid-19.
Resultó una odisea en la que se convirtió un viaje vacacional a la Antártida, hasta que Uruguay abrió las puertas para la atención médica a los necesitados y la repatriación de los pasajeros a sus países de origen.
En su retorno tras más de dos años, el Greg Mortimer trajo de vuelta a varios de los viajeros que en aquella oportunidad recibieron la solidaridad uruguaya, pero se quedaron con las ganas de visitar esta nación sudamericana.
Entre ellos el australiano Jesz Fleming, quien resultó enfermo de Covid-19 y aquí fue entonces internado en el Hospital Británico de esta capital.
Fleming dijo estar emocionado y agradecido, tras ser recibido como turista ilustre por el subsecretario del Ministerio de Turismo, Remo Monzeglio.
La historia del Greg Mortimer mereció el interés del cineasta Federico Lemos que la convirtió en documental.
Según el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, la obra cinematográfica «muestra la mejor versión de nosotros mismos».
Unas semanas antes de la evacuación del Greg Mortimer, el crucero británico MS Braemar, rechazado en varios puertos del Caribe por igual motivo, fue recibido por Cuba en marzo de aquel año, en una humanitaria operación de evacuación.
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