Un nuevo estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) asegura que es posible reducir esta lacra significativamente, y para ello propuso a los trabajadores humanitarios y los gobiernos nuevas formas de observar el problema que pueden ayudar a la lucha contra ese flagelo. El Índice de Pobreza Multidimensional, un análisis en el que también participó la Universidad de Oxford, supera la simple medición de los ingresos para la valoración de la pobreza, y analiza otros indicadores como el acceso a la educación y la salud, la calidad de vivienda, el agua potable, la higiene y la electricidad.
Con esa forma de ver el problema, el estudio muestra que incluso antes de tener en cuenta a la pandemia de la Covid-19 y la actual crisis del costo de vida, casi mil 200 millones de personas en 111 países en desarrollo vivían en una pobreza multidimensional severa, casi el doble de los considerados pobres cuando esa condición se define por el umbral de ingresos: 1,90 dólares por día.
También identifica patrones recurrentes de pobreza, que comúnmente afectan a los individuos en riesgo, por ejemplo, más de la mitad de los que viven en la pobreza carecen de electricidad y combustible limpio para cocinar, mientras que un tercio se ve privado de nutrición, saneamiento y vivienda al mismo tiempo.
Sin embargo, a pesar de la magnitud del desafío se han logrado mejoras significativas en la reducción de la pobreza, indica el informe.
En India, unos 415 millones de personas abandonaron la pobreza multidimensional en un período de 15 años, un cambio histórico, y los datos recopilados antes de la Covid-19 muestran que 72 países la redujeron significativamente en los últimos años.
También se muestran signos alentadores en algunos países que utilizan estrategias integradas de reducción de la pobreza, entre ellos Nepal que en saneamiento mejoró el acceso al agua potable y la nutrición infantil, con lo cual hubo reducción de los cuadros diarreicos y la mortalidad.
En opinión del administrador del PNUD, Achim Steiner, en un momento en que los presupuestos gubernamentales se reducen, los datos y análisis adelantados pueden identificar las áreas donde el gasto tendrá el mayor impacto.
Ante tal panorama el estudio hace recomendaciones para ayudar a las personas con problemas financieros, como proporcionar beneficios universales en efectivo para los niños, ampliar la asistencia social a las familias con menores necesitados y proteger el gasto social.
También sugiere apoyar los servicios de salud, nutrición y servicio de atención social para madres embarazadas, bebés y niños en edad preescolar, así como introducir regulaciones de precios en los alimentos básicos para los hogares con escasos ingresos.
En tal sentido, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) alertó sobre las consecuencias de la pobreza infantil, las cuales se extienden mucho más allá de las familias que viven en dificultades financieras.
Dicho organismo citó casos como Ucrania y otras naciones afectadas por conflictos y guerras, donde además de los horrores evidentes —asesinatos, mutilaciones y desplazamientos masivos—, también los efectos económicos tienen un impacto devastador en los niños.
De ahí que el fuerte aumento de la pobreza podría resultar en la muerte de cuatro mil 500 nuevos bebés antes del primer año y las pérdidas de aprendizaje podrían significar que 117 mil más abandonen la escuela solo este año, precisa el informe.
“Si no apoyamos a estos niños y familias ahora, el fuerte aumento de la pobreza infantil resultará casi con seguridad en la pérdida de vidas, la pérdida de su educación y la pérdida de su futuro”, advirtió el director de Unicef para esa región, Afshan Khan.
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