En ocasión del 110 aniversario de esa alineación cuasi mágica, estudiosos de su obra dialogaron, en el Museo Nacional de Bellas Artes, sobre la relevancia de su legado, el cual tiene impreso el sello de identidad de la isla caribeña, sus tradiciones, raíces, expresiones populares e idiosincrasia.
Con la conferencia titulada Portocarrero: la intuición de lo fabuloso, la magia de lo cotidiano, la especialista Concepción Otero ofreció una aproximación a la herencia del artista, considerado uno de los principales artistas del siglo XX en Cuba.
En sus palabras, el pintor y muralista desarrolló una prolífica trayectoria que posee una “indudable significación para la cultura cubana y avalada por disímiles exposiciones personales y colectivas en Cuba y el mundo”.
De igual forma, Otero destacó su impronta, altamente valorada por la crítica especializada, por su gran resonancia y la capacidad de exhibir la identidad de la mayor de las Antillas, pues “se puede ver el país s través de su obra”.
Por su parte, el investigador Roberto Cobas estuvo a cargo de la conferencia sobre la impronta de Rodríguez, la cual propició el intercambio en torno a un miembro de excelencia de la segunda generación de modernistas cubanos, cuyo trabajo fue reflejo de su visión de la identidad cubana a partir de la vida rural, lo cotidiano y la cultura de origen africano.
Numerosas muestras muestras individuales y más de doscientas colectivas, dan cuenta de la relevancia del dibujante, ilustrador, diseñador y pintor en las artes plásticas, donde imprimió su sello con la recurrente representación de los gallos, los campesinos y la religión, así como su destreza en el movimiento del expresionismo abstracto.
Esta articulación de piezas indispensables de la cultura cubana cerró con la aproximación impartida por la especialista Llilliam Llanes sobre “una cubana adelantada a su tiempo”, Rita Longa, quien sobresalió por su labor escultórica mármol, bronce y madera.
Premio Nacional de Artes Plásticas (1995), Longa marcó el paisaje urbano de Cuba de tal manera, que en la actualidad sus obras representan los sitios donde fueron instaladas, como la entrada del Parque Zoológico, en esta capital, la bailarina del cabaret Tropicana o la efigie de Virgen del Camino, símbolo del municipio capitalino de San Miguel del Padrón.
De sus manos también nació la mariposa de Ciudad Libertad y la aldea taína de Guamá, en la Ciénaga de Zapata, al sur de la occidental provincia de Matanzas, por solo mencionar algunas de las creaciones más conocidas, las cuales se integran con singularidad a diversos lugares como teatros, iglesias, hospitales, parques, cementerios, entre otros espacios.
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